Me permito tomar prestado uno de los títulos de la abundante e ingeniosa producción cinematográfica de Woody Allen para responder a una amable lectora, "preocupada por el buen uso del idioma", que me transmite su desacuerdo con algunos de mis comentarios acerca de la improcedencia de ciertas expresiones, de  anglicismos disfrazados de neologismos innecesarios(1) o, simplemente, del escaso aprecio por las normas lingüísticas por parte de "periodistas y locutores de magín miope", en palabras del añorado profesor Lázaro Carreter.

Comparto, como es lógico, el interés de mi comunicante, y tomo buena nota de sus objeciones, como en el caso de "recurrir una sentencia", pues el DRAE, en su última edición, ha incorporado una nueva definición que admite la forma transitiva del verbo recurrir, si bien hay autores – y en ellos apoyo mi tesis – que se inclinan por recurrir o presentar recurso contra una sentencia o resolución judicial.

Hay, empero, algunos puntos que no se corresponden en absoluto con la interpretación que de ellos se hace, como cuando me refiero a "… lo que pueda suponer -piensan ellos- una ortopedia de la lengua que viene a limitar su, ya de por sí, raquítica capacidad de expresión". Aquí, el posesivo su tiene como antecedente ellos, no el idioma, que "es muy rico y tiene gran variedad de matices".

Mas adelante, mi amable comunicante me recuerda que "el idioma no es estático". Jamás he pretendido tal cosa, dado que el proceso secular de su renovación y enriquecimiento se sustenta en continuas aportaciones y préstamos, como consecuencia de  nuevos conceptos y realidades que surgen en la vida cotidiana. En anteriores artículos (1) abogo por la utilización y adaptación de términos procedentes de otras lenguas, a condición de que no exista un equivalente en castellano, pues es cosa sabida que el papanatismo es mal contagioso del que nadie está a salvo y ante el cual  hay que permanecer alerta.

En cuanto a otros ejemplos con los que muestra su desacuerdo, como es el caso de los recién acuñados verbos en izar (hay quienes, maliciosamente, conociendo los entresijos del sistema, sospechan que muchas palabras  son admitidas por aquello de lo políticamente correcto), nada nuevo añaden a sus acepciones anteriores: "legitimar", "culpar", "concretar" … , todo ello sin olvidarnos de visualizar ("En la última reunión se ha podido visualizar  – ¡fuera apreciar, detectar o hacerse visible! – un distanciamiento entre las partes". Aún así,  invisibilizar se ha quedado fuera, por lo que habremos de adjudicárselo en propiedad a la ex ministra en cuestión.

Además, es menester tener en cuenta que el diccionario explica y define la palabra, pero no dice -ni ésa es su misión-   si se trata de  la más adecuada  desde el punto de vista estilístico, literario o contextual, como sucede con la expresión "de envergadura", que nuestra lectora encuentra aceptable para describir las consecuencias de un accidente : "Las heridas no habían sido de demasiada envergadura", se comentaba en la noticia. Entiendo, por el contrario, que cuando se dice que "algo es de envergadura", nos referimos generalmente a un 'proyecto, tarea, asunto o empresa'; tiene, por consiguiente, un sentido positivo ("importante o que pretende serlo"), y aún en el supuesto de utilizar la forma negativa, nos hallaríamos en un contexto parecido ("El proyecto – pongamos por caso – carece de la envergadura necesaria"), por lo cual, en el caso aludido, hubiera sido  preferible escribir "las heridas fueron de escasa o poca consideración"; "no revistieron gravedad", o algo parecido.

Otro de los puntos objeto de discrepancia alude a la parla sui generis de algunos comentaristas deportivos, de quienes recogía, entre otros ejemplos,  "Fulano habilitó (yo proponía facilitó) a Zetano el pase que supuso el gol del triunfo", en donde resulta evidente la obsesión  por huir de lo sencillo en favor del artificio. Como paradigma de esto último, no me resisto a reproducir algunas 'perlas' publicadas en prensa o transmitidas por radio y televisión: "Lopera y el Betis han escrito una trilogía a lo largo de estas últimas semanas"; "El Zaragoza y el Celta perpetraron un partido de fútbol …"; "Hemos asistido a la puesta de largo del equipo", o, abundando en esa metáfora tan propia de la llamada 'buena sociedad': "En estos días hemos podido asistir a la cuarta puesta de largo del equipo"…

Pero no sólo en la sección deportiva  hallamos 'perlas'. En una crónica de sucesos,  leemos que "se recibieron llamadas reportando el incendio de un turismo en la calle". Una vez más, la anglomanía invasora, que poco tiene que ver con el estudio y perfeccionamiento de la lengua, traslada, sin más, el participio presente activo reporting – un tipo de oración de relativo, propia del inglés y del francés, mas no del español – y cuya traducción más adecuada sería " … que informaban /comunicaban …". Como suele decirse en estos casos, poco saber es más peligroso que no saber.

(1) "Anglomanía y neologismos" (I y II: noviembre 2006 y marzo 2007).