La estabilidad regulatoria y el potencial de crecimiento del sector hacen posible una inversión que permitirá sumar cerca de 290.000 nuevos puntos de suministro y llegar a más municipios.

Las compañías de distribución de gas invertirán en 2015 un total de 470 millones de euros para ampliar la red de suministro de gas en España. Una inversión importante por parte de un sector que supone el 0,5% del PIB y que genera más de 150.000 puestos de trabajo, tanto directos como indirectos.

El potencial de crecimiento del sector gasista en España todavía es elevado. Concretamente en el sector residencial, el 78% de la población española vive en municipios gasificados; sin embargo, sólo el 30% de las viviendas cuenta con el suministro de gas.

El objetivo de las distribuidoras es sumar cerca de 290.000 nuevos puntos de suministro —un 20,65% más respecto al año anterior— y seguir impulsando una fuente de energía menos contaminante y más eficiente.

Energía sostenible

La expansión del gas en los últimos años se debe a que viviendas que utilizaban otro combustible para satisfacer su demanda térmica, ahora contratan gas natural, lo que refleja que los usuarios “identifican claramente el gas natural con atributos como sostenibilidad medioambiental, comodidad, confort, seguridad y competitividad económica”, según declaraciones de José María Gil Aizpuru, presidente del Comité de Distribuidores de Sedigas, a la revista Gas Actual.

La sustitución de combustibles más contaminantes por el gas natural puede propiciar importantes ahorros en la factura energética de las empresas, que lo utilizan tanto en sus procesos productivos como para generar electricidad, a través de la cogeneración.

En el ámbito doméstico-comercial —además de ofrecer un mayor confort—, el gas natural también reduce la factura energética del consumidor. El gas natural como fuente de energía en una vivienda media de una zona fría como Castilla, puede suponer ahorros del 42% en relación con la electricidad, del 36% con el butano y del 14% con el gasoil —según media anual calculada a principios de 2015—.

El gas también juega un gran papel en la mejora en la calidad del aire de las ciudades, ya que es el combustible que tiene menores emisiones de CO, partículas sólidas, compuestos orgánicos volátiles y contaminantes orgánicos persistentes.