El deterioro de la situación del mercado laboral español se ha convertido en uno de los principales problemas de nuestra sociedad. El mercado de trabajo español ha experimentado, entre octubre de 2008 y marzo de 2009, un súbito e intenso deterioro, que ha situado su tasa de paro en marzo de este año en un elevado 17,5% de la población activa.

La situación actual del desempleo en el país no ocurría desde la crisis de los años 1992-1994, época en la que nos encontrábamos con el mismo número de personas paradas que en el primer trimestre de este año: más de tres millones y medio. En los últimos doce años, la cifra de desempleo en España había bajado considerablemente hasta los 1,7 del segundo trimestre de 2007 pero, desde finales de 2008, el total de parados en la economía española ha mantenido un aumento acelerado. Además de analizar este crecimiento del desempleo, la 34ª edición del Índice Laboral Manpower presentada hoy por el profesor Josep Oliver, catedrático en Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, explica cuál es el origen de la situación actual.

En la anterior edición de este trabajo se apuntaba un fenómeno peculiar: la continuada expansión de la población activa y, al mismo tiempo, de nulo aumento de la destrucción de ocupación en el colectivo inmigrante. No parecía razonable que, en un contexto de fuerte destrucción de empleo, la inmigración continuara ocupando nuevos puestos de trabajo, de forma agregada ya que el paro sí estaba castigando a los hombres.

Y, ciertamente, los datos del primer trimestre de 2009 han contemplado un cambio notable, tanto en la distribución de la destrucción de empleo entre nativos e inmigrantes, con una presencia notable de estos últimos, como en el esperable descenso en los nuevos activos.

Mientras en el período junio-septiembre del pasado año, los inmigrantes aportaron apenas el 22% del nuevo paro, en el cuarto trimestre este peso ya se situó cerca del 29% y, en los tres primeros meses de 2009, su contribución ha aumentado intensamente, hasta explicar casi el 39% del avance del nuevo desempleo (con unos 312.000 parados inmigrantes adicionales frente al aumento de 804.000).

Esta mayor contribución del desempleo inmigrante refleja, lógicamente, un aumento del paro en ese colectivo muy superior al de los nativos. Así, desde un 15% de aumento en el paro inmigrante en el cuarto trimestre de 2007, se pasa al 108,2% de avance interanual en los tres primeros meses de este año.

El colectivo masculino, el más afectado por el aumento del paro

Otro rasgo que se ha amplificado es el desigual avance del desempleo en hombres y mujeres, de forma que en el primer trimestre de 2009 el paro masculino ha aumentado un 115,6%, una cifra que más que duplica el aumento del desempleo en las mujeres (57,1%). Esta es una característica novedosa en el mercado de trabajo español, ya que, históricamente, el paro ha castigado más duramente al colectivo femenino que al masculino.

Esta situación no tiene un origen claro pero se pueden atribuir algunas causas. Una primera podría ser el mayor nivel de estudios de las mujeres nativas, que, en el contexto de la actual crisis del mercado de trabajo, se estaría trasladando a una mayor tasa de paro aquellos colectivos con menos formación, es decir, en los masculinos. También se puede atribuir al hecho que las mujeres inmigrantes, más directamente relacionadas con los servicios personales y a los hogares, presentan un aumento menor que los hombres inmigrantes y, puesto que el colectivo de no nativos es que el más aumenta, puede influir en la diferencia general entre sexos. Una tercera razón, vinculada a la anterior, tiene que ver con la mayor concentración sectorial masculina en la construcción (hombres nativos e inmigrantes) y en la industria (hombres nativos), que es donde está teniendo lugar el grueso del ajuste en el mercado de trabajo.

El impacto sobre la economía familiar es distinto según las personas afectadas por el crecimiento del paro. De esta manera, distinguimos principalmente tres categorías: sustentadores principales, cónyuge e hijos.

Desde un punto de vista absoluto, los más de 1.835.000 parados en el año que finaliza en el primer trimestre de 2009 se han concentrado, de forma mayoritaria, en el conjunto de los sustentadores principales. Así, unos 753.000 nuevos parados tienen esa posición, frente a los cerca de 450.000 nuevos parados cónyuges o a los 512.000 hijos.

En cuanto al porcentaje de aumento de paro, frente al avance del 84,5% del total del paro, los sustentadores principales han visto incrementarlo en más del 101,9% mientras que los hijos solo presentaban un avance cercano al 72,1% (y del 80,6% los cónyuges).

De los 1.314.000 empleos perdidos por la economía española en ese año, y su distribución por edades lo primero que destaca es la enorme concentración de esa pérdida en los colectivos más jóvenes. Aquellos con edades inferiores a los 34 años ven un intenso retroceso en su empleo, en cerca de 995.000 puestos de trabajo. Fundamentalmente, éste se concentra en el grupo de 25 a 34 años, que pierde aproximadamente 604.000 empleos. A partir de los 35 años y, en especial, desde los 44 a los 64, el retroceso es mucho menor e incluso se observan aumentos en el empleo. Así, aparecen descensos muy acentuados en el grupo de 35 a 44 años (269.000 ocupados menos) y más reducidos, con cerca de 60.000 puestos menos de trabajo, para el grupo de 45 a 54 años. En el lado opuesto se encuentra la cohorte de 55 a 64 años, que todavía aumenta su empleo, con 8.000 ocupados más.

Dos terceras partes del nuevo desempleo se ha concentrado en aquellos individuos con estudios únicamente primarios y de secundaria de primera y segunda etapa, un colectivo que representaba aproximadamente el 65% de todos los activos en el primer trimestre del 2008. El total del nuevo desempleo se explica en un 36,8% por individuos que únicamente han cursado estudios de secundaria de primera etapa, un 23,1% secundaria de segunda etapa y otro 21,2% sólo estudios primarios. En cambio, los activos que tenían niveles educativos correspondientes a estudios técnicos o superiores, que significaban más del 30% del total en 2008, han aportado únicamente el 14% del nuevo desempleo. Igualmente, los que no tenían ningún nivel educativo, con el 3,2% de los activos, han generado una contribución superior a su peso, con cerca del 4,5% del nuevo desempleo.

En relación con el pasado más inmediato, los elementos más característicos son, en primer lugar, la acentuación de la pérdida de empleo en la construcción; en segundo término, una destrucción notable en la industria y, finalmente, la incorporación de los servicios a la pérdida de ocupación. En efecto, la notable resistencia del empleo que habían mostrado los servicios hasta el cuarto trimestre de 2008 se ha visto modificada por el retroceso para el primero de 2009.

A la destrucción de empleo en construcción, cercana a los 678.000 puestos de trabajo, hay que sumar los 435.000 de la industria, los 177.000 de servicios y los 24.000 del sector primario.