Con el fantasma del paro rondándonos como la espada de Damocles, cobra mayor sentido el título de este artículo. No todos tenemos la suerte de disfrutar con el trabajo que realizamos. Peor aún, no todo el mundo tiene la suerte de tener trabajo.

No tener un medio para ganarse la vida es triste, pero no lo es menos tener que trabajar sólo con el fin de conseguir dinero. Por esto, en psicología industrial se investiga para lograr una calidad de vida laboral aceptable. Más aún, la satisfacción laboral es el nivel de placer que experimentamos al desarrollar las tareas de un puesto de trabajo concreto.

La insatisfacción en el puesto llega cuando el paro obliga, en muchos casos, a desempeñar un trabajo que no siempre es el que nos gustaría desarrollar. Por otro lado, la satisfacción viene también determinada por la discrepancia entre lo que uno piensa que debería recibir y lo que obtiene realmente. Se siente satisfecho quien cree que recibe lo justo (ya sea salario, reconocimiento, promoción, etc.) a cambio de su esfuerzo. Lo importante para lograr la satisfacción no es si la recompensa es "justa" o no, sino si quien la percibe la considera suficiente. Un salario puede ser "legalmente justo" y, sin embargo, si quien lo percibe considera que el esfuerzo que hace merece un salario mayor, la satisfacción será muy baja. Lo peligroso es que el empresario podría estar convencido de que, como el salario es justo, la satisfacción del trabajador será alta. Ahí surge el conflicto. ¿Esto significa que para aumentar el nivel de satisfacción laboral es necesario pagar más al trabajador? No necesariamente. En unos estudios realizados  en los EEUU se comprobó que si a un trabajador que realiza una tarea plenamente satisfactoria para él (le gusta hacer su trabajo = motivación intrínseca) se le ofrece un incentivo económico para que aumente su productividad, lo más probable es que a la larga se produzca un descenso en su rendimiento.

Se ha comprobado que en la satisfacción laboral interviene la personalidad del trabajador. En un estudio con 34 pares de gemelos para probar la hipótesis de que hay un componente genético en la satisfacción laboral, se encontró que aproximadamente el 30% de la varianza en la satisfacción laboral se debía a factores genéticos. Esto significa que hay determinados rasgos de personalidad con cierta inclinación a la insatisfacción tanto en el ámbito laboral como en la vida en general. Como resultado de estos estudios se evidenció que los trabajadores que están menos satisfechos son los que con mayor probabilidad se ausentan de su trabajo. Generalmente un empleado insatisfecho no suele iniciar directamente un proceso de ausencias de larga duración. Puede empezar por una retirada psicológica (desinterés) y continuar progresivamente hasta una retirada física (absentismo). También se comprobó que la insatisfacción laboral (sobre todo por la paga) implica una mayor actividad sindical.

Una herramienta motivadora útil y barata es el Refuerzo Verbal (comunicar a la persona el aprecio por un trabajo bien hecho). Pero ¡cuidado!, debe ser usada con prudencia: cuando el halago se utiliza para manifestar sinceramente el aprecio por un trabajo verdaderamente bien realizado, aumenta la motivación; pero cuando se usa para motivar a las personas independientemente de si la tarea lo merece o no (peloteo) puede producir el efecto contrario.