Según la "Guía práctica de Psicología" que es como un diccionario del comportamiento, el humor es "el tono sentimental, agradable o desagradable, que experimenta internamente una persona".

Es decir, el humor sería el estado de ánimo positivo o negativo que tenemos a lo largo del día y que puede variar tanto por condiciones internas (enfermedad, cambios hormonales) como externas (problemas en el trabajo, acontecimientos, etc.).

Se ha escrito y dicho mucho acerca de lo importante que es el buen humor y de los beneficios que nos reporta. Por ejemplo, la risa, que es una respuesta física involuntaria a una emoción agradable, es, además, un buen ejercicio muscular. Según los estudiosos del tema, un minuto de risa equivale a 45 minutos de relajación física.

Parece ser que el buen humor ayuda a superar las enfermedades, a prolongar la vida, a ser más tolerantes con los demás, nos da más resistencia ante los problemas, fomenta el aprendizaje, ayuda a reducir el estrés, previene infartos, fortalece el sistema inmunológico, mejora la autoestima y nos hace sentirnos más optimistas.

Se han hecho varios estudios sobre la influencia del buen humor en la recuperación de pacientes ingresados en hospitales. ¿Recuerdan la película en la que Robin Williams hace del doctor Hunter Patch Adams, un médico que recorría los hospitales del mundo para aliviar los males de los pacientes mediante la risa? Pues esta historia está basada en hechos reales.

A este famoso y primeramente discriminado doctor le llamaban en 1971 "El doctor de la alegría" y revolucionó los hospitales de Estados Unidos al proponer una terapia que combinaba el humor y los juegos como una forma efectiva de mejorar la salud de los enfermos y acelerar su recuperación.

Hoy sabemos que el buen humor y la risa contribuyen a mejorar la calidad de vida tanto de las personas sanas como enfermas. Así, a finales de los noventa, surgió en medicina la Psiconeuroinmunología (PNI) para estudiar cómo las emociones afectan a nuestro sistema inmunológico. Se ha comprobado que las endorfinas segregadas cuando reímos ayudan a paliar el dolor. Pacientes con cáncer, depresión o incluso sida han sido tratados con la terapia de la risa para aumentar sus defensas.

Además, la risa es útil contra el estrés, porque ayuda a eliminar el cortisol y la adrenalina; contra la depresión; como tratamiento de belleza, porque ejercita los músculos de la cara y, por supuesto, para mejorar las relaciones personales. Se sabe que las personas con poco sentido del humor suelen tener serios problemas para relacionarse con los demás.

Los niños se ríen unas cuatrocientas veces al día frente a las veinte ó treinta que solemos reírnos los adultos. Es ahora, durante las vacaciones, cuando se presenta el mejor momento para desarrollar y mejorar el buen humor propio y el de los que nos rodean. Sobre todo de los más pequeños.

Pero es muy importante tener en cuenta que los niños aprenden más de lo que ven hacer a los adultos que de lo que se les dice. Motivar su sentido del humor empieza por la propia actitud: levantarse "con el pie izquierdo", llegar malhumorado del trabajo, mostrarse huraño durante el fin de semana y escatimar la risa es el peor ejemplo que podemos dar.

En fin, que, para contribuir al buen humor del lector, ahí queda este chiste que me acaban de contar:

En un juicio de divorcio el juez le dice al marido: "He estudiado su caso y he decidido otorgarle a su esposa una pensión mensual de 500 euros y 60 euros más por cada hijo. ¿Tiene usted algo que decir?".

"Sí. Que es usted muy generoso. A ver si yo también pudiera darle algo".