Obras de M. García, Falla, Turina, C.Halffter y Orff

Director: Pedro Halffter

Las actuaciones de la Orquesta y Coro Nacionales de España siguen siendo uno de los grandes acontecimientos de la temporada. Los aficionados recordamos con emoción su anterior visita al Maestranza, bajo la dirección del añorado Rafael Frühbeck de Burgos -quien más veces ocupara su podio-, uno de los nombres imprescindibles de los últimos lustros, a quien sólo la mezquindad y la envidia nacional que padecemos regateaban los méritos que le eran unánimemente reconocidos por los auditorios internacionales más exigentes.

ORQUESTA-NACIONAL-DE-ESPAÑAHoy, con motivo del XXV aniversario del coliseo sevillano, volvíamos a recibir la grata visita -muestra de apoyo en forma de lazos verdes- de la ONE en un programa muy de público, algo manido -si se me permite el calificativo- que reunía a diferentes compositores españoles, desde Manuel García, prácticamente, un desconocido, hasta Falla (Danza nº 1 de La vida breve), Turina (Orgía) y Cristóbal Halffter, nombre, este último, claramente vinculado a la música en Andalucía, de quien volvíamos a escuchar Tiento y batalla imperial, obra de sólida y exuberante arquitectura sonora inspirada en sendas composiciones de Cabezón y Cabanilles para celebrar el triunfo de Carlos V en Pavía. Sin embargo, el protagonismo de la sesión se proyectaba en los famosos Carmina Burana -“Cantos mundanos para solistas y coro con acompañamiento de instrumentos e imágenes mágicas”-, cuyos textos provienen de un manuscrito (probablemente del siglo XIII) que contiene una colección medieval de lírica amorosa y poesía de estudiantes, canciones báquicas y sátiras en una mezcla confusa de alemán de la alta Edad Media y latín monástico. Estos cantos de Benediktbeuren son testimonio de una época en la que entra por primera vez en Alemania el elemento mundano en la música, hasta entonces exclusivamente limitada a las ceremonias litúrgicas. En todo caso, no deja de ser curioso que los Carmina, cuya popularidad no comparten ninguna de las restantes composiciones de Orff, interesen incluso a personas ajenas al mundo de la música.

Pedro Halffter resaltó el novedoso lenguaje musical de Orff, con su estilo primitivo, estilizado, sus ostinati casi interminables, esas formas rítmicas de la música en las que no parece haber ningún esquema y en el que aparecen mezcladas, junto a una lírica coral ingenua, escenas de parodia llenas de humor, desenfreno y gozo báquico de vivir. La soprano Leonor Bonilla, de bello timbre y acusado lirismo (la volveremos a escuchar en Elixir), el tenor Beñat Egiarte (al que apenas pudimos escuchar, pues cayó desmayado, aunque prontamente repuesto) y el barítono Carlos Daza, exultante, complementaron la profesionalidad y excelencia del Coro de la Nacional, sin olvidarnos de la gentil cooperación de la Escolanía de Los Palacios, invitados habituales del Maestranza.

A propósito: llamó la atención el gran número de localidades (¿‘de protocolo’?) desocupadas, mientras la taquilla oficial no podía atender la demanda. Los mal pensados señalaban a los ‘políticos’, sistemáticamente ausentes del Maestranza, lo que explica en parte las penurias económicas y la situación crítica que padece nuestra primera entidad filarmónica, abandonada y traicionada por quienes copaban las localidades allá en los eventos del 92: ver y ser vistos, ¡ahí es nada!

 

Miguel Fernández de los Ronderos