Entrevista a Juan Antonio Corbalán, exjugador del Real Madrid de baloncesto y medallista olímpico en Los Ángeles 1984

Agenda de la Empresa: Usted ha participado en el estudio ‘Decide y emprende aplicando los valores del deporte’, que se ha presentado recientemente en la Escuela de Organización Industrial (EOI). ¿Qué le parece el estudio?

Juan Antonio Corbalán: Me parece un estudio pertinente, un poco para poner en orden toda la gran cantidad de ideas que se han vertido en los últimos años intentando proyectar el éxito que había en España del mundo del deporte a lo que sería la gestión del mundo de la empresa y colectivos y organizaciones de ámbitos distintos. En todo ese proceso hay cosas que se hacen y que tienen sentido y son rigurosas, y otras que son sólo una manera de lanzar cosas y cosas porque es lo que la gente hace o lo que pueda estar de moda. Rhodelinda (del equipo de investigación del estudio) ha realizado un trabajo muy metódico, muy bien estructurado, buscando los elementos comunes que han aparecido en muchos de los personajes que estamos en el libro. Y lo ha ido encasillando en función de los criterios que pudieran ser más pedagógicos, haciendo mucho hincapié en el valor de las emociones, de la relación entre personas que siempre existe tanto en el deporte como en la empresa.

A.E.: ¿Por qué decidió participar en el estudio?

J.A.C.: Me llamaron de la EOI y me dijeron que iba a venir Rhodelinda a hacerme una entrevista. Me pareció un honor que una escuela tan prestigiosa como la EOI te llame para que le transmitas tu experiencia. Por fortuna, he sido de los deportistas en España que ha vivido el deporte a su máximo nivel de expresión. He podido compaginar mi deporte con los estudios y he sido alguien muy interesado, ya desde inicios de los 90, cuando empecé a diseñar cursos de coaching.

_DSC2190A.E.: Comentaba anteriormente que se han lanzado cosas sólo porque es lo que la gente hace o lo que puede estar de moda, ¿por qué?

J.A.C.: Por ejemplo, el concepto de éxito y de fracaso. Soy muy sensible a ese concepto porque en España hemos vivido una época de la burbuja donde el éxito era exclusivamente ganar dinero, nadie te decía cómo. Para mí, ganar dinero con trampa, especulando, sobornando… no es un éxito, es terrible, es ganar dinero delinquiendo. A mí me interesa que realmente el deporte tenga el concepto de éxito basado en unos méritos, en un ambiente de comparación permanente. En el mundo de las empresas no se comparan los directores generales entre ellos a ver quién es el más listo, ni pones a todos los directores de marketing a ver quién es más o menos bueno. Sin embargo, en el deporte sí, y eso te da una necesidad de puesta al día, de eso que llamamos ahora cultura de cambio, que te obliga a vivir en un cambio permanente, en un cambio que está marcado por la multirrelación que supone tu equipo. Pues para mí, el mundo del deporte tiene mensajes claros de éxitos bien entendidos y eso es en lo que quiero hacer hincapié. El éxito no está tanto en el qué, sino en el cómo. Me da la sensación de que hay victorias que has obtenido que no tienen mérito y, sin embargo, hay derrotas que has obtenido y tienen mucho mérito. Bueno, pues el mundo del deporte te enseña las dos cosas. ¿Qué es lo bueno? Estar preparado para la victoria, que vendrá o no vendrá, pero lo importantísimo ¿qué es? saber, tanto las personas como las organizaciones, que no siempre que se trabaja con el máximo rigor, con la mayor ilusión y con toda la pasión del mundo, con todos los elementos que pones en relación directa con el éxito, no siempre se tiene éxito y eso es saber vivir en un cierto grado de frustración necesario en la vida.

A.E.: ¿Y por qué las empresas no viven en ese grado de frustración que comentaba?

J.A.C.: Pues porque cuando les preguntas cuál es el motivo fundamental de su empresa hay un porcentaje alto de gente que dice ganar dinero. Otros lo enmarcarán diciendo generar riqueza y pocos hay que digan crear bienestar social, enraizado social, seguridad social. Poca gente. Y entonces, el concepto de éxito a cualquier precio es lo que acaba primando, porque una empresa mal entendida es mirar gastos y las cuentas y el balance de resultados y si da bueno, exitazo y si da malo, fracaso. Y en el deporte no es así.

A.E.: ¿Por qué hay tanto miedo al fracaso?

J.A.C.: Porque la educación que tenemos en España está basada en un falso concepto de éxito que comentaba anteriormente. Ya desde la época de los niños en el colegio estamos acostumbrados al aprobado/suspenso. Estoy seguro de que nuestros maestros, profesores universitarios, estarán haciendo esfuerzos enormes y habrá muchísima gente que será admirable, pero en mi época yo he vivido en una España en la que la gente tenía miedo de decir algo por si se equivocaba pero, ¿hay algo más lógico que equivocarse? Entonces todos los niños de mi época, niños y profesionales, nos hemos comido miles de preguntas por miedo a hacer el ridículo y eso te va creando un freno y crea una forma de entender la vida basada más que en ganar, en no perder. En España montar una empresa, mantener unos salarios e incluso ser autónomo prácticamente te cuesta la vida y no tenemos ni la mejor visión en cuanto a proteger la aventura empresarial y tutelarla, ni en cuanto al criterio de cómo favorecer esa inquietud de producir, de estar innovando y de estar creando cosas. Lamentablemente, cuando se aplican recortes, se aplican precisamente en un elemento importante para afrontar el futuro, la creatividad.

A.E.: ¿Cómo le dices a un emprendedor que los valores del deporte le pueden ayudar?

J.A.C.: Muy sencillo. Imagínate que para montar una empresa tuvieras que hacer un camino largo con un grado alto de incertidumbre sobre si vas o no a tener éxito. Una persona que no es emprendedora se plantearía eso así y diría yo si llego allí, puede ser rentable, puedo ganar dinero, voy a crear puestos de trabajo… pero es que para llegar allí, tengo tantas posibilidades de hacerlo y que luego no haya nada, que prefiero quedarme aquí. Sin embargo, en el mundo del deporte esa forma de pensamiento es imposible. Cada movimiento de un compañero tuyo obliga al movimiento de todo el equipo para proteger, asistir, facilitar que aquello acabe en algo. El ejemplo más claro podría ser el rugby, uno de los pocos de deportes donde no puedes pasar el balón hacia delante, siempre tienes que pasarlo para atrás, de manera que tus compañeros van a tener que ir corriendo contigo, desplegándose a medida que corras, y cuando pases un punto, otro compañero necesitará ayuda, y así hasta que se cubra el campo entero. En el deporte todo es así. En la empresa también, pero la gente trata, a veces de una forma irracional, de proteger su parcela, su trabajo, su departamento, su equipo, a costa de los demás, ¿por qué? porque en ello va su supervivencia. Si no creamos empresas donde el compromiso de los trabajadores sea equivalente al de los directivos, aunque no sean propietarios, no llegaremos a nada. Y si no creamos directivos y propietarios que no tengan la capacidad de sentir que lo hacen, lo hacen porque los de abajo se lo están produciendo, no podremos tener ninguna posibilidad de éxito. Haremos dos mundos, cada uno triunfará en la medida en que tenga magníficos resultados, y se acabó.

A.E.: ¿Cree que una de las bases sería fomentar ese sentimiento de pertenencia, de equipo?

J.A.C.: Hace falta una cultura que esté adaptada a la estructura. Pero la cultura sale siempre de las personas. Hay mucha gente que piensa que para ser emprendedor tienes que ser un solitario en el desierto y cruzarlo solo. No. Se puede ser emprendedor en un departamento de una empresa con cien mil empleados, en un servicios de limpiezas de la calle,… porque ser emprendedor es una actitud y esa actitud sería el equivalente a una persona que trabaja, que defiende, que apuesta por algo que le pertenece. Bueno, pues eso que es muy fácil de ver en los propietarios, en los cargos directivos, es muy difícil de explicar hacia abajo y eso es lo que hay que hacer. Emprendedor es una persona que tiene una actitud determinada en la vida y es una actitud de aportar lo máximo que se puede, de tener un compromiso con su núcleo central y con su empresa y de entender que la empresa o el equipo o lo que sea, no es más que una minúscula parte de una sociedad a la que todos estamos obligados a mejorar. Ese es el concepto de emprendedor. Además, tengo la sensación de que la palabra emprendedor se ha sobrevalorado en la época de crisis, porque también a las autoridades, a los gobiernos, les interesaba que hubiera mucho emprendedor que acometiera y así, por cada uno que lo intentaba, había uno menos en el paro. Así, la palabra emprendedor ha sido una palabra trampa en estos años de la crisis.

A.E.: ¿Qué papel tiene el líder dentro de la empresa?

J.A.C.: Todos nosotros tenemos una faceta de líderes. Hay gente que transmiten tranquilidad a los grupos, otra capacidad de decisión, otra creatividad… y esa forma de liderazgo es la que tenemos que buscar, explorar y potenciar en las organizaciones. No quepa la duda de que los líderes tiran de las organizaciones. No existe ni una sola estructura en la biología que no esté liderada por un modelo u otro, lo que pasa es que normalmente el modelo que entendemos de liderazgo, el más fácil de entender, es la jerarquía. Pero el líder no es un jefe, es una persona a la que se la considera una autoridad en una parcela que acaba siendo importante para el equipo. Detrás de una persona que se siente líder, que se siente deseada o necesitada, hay alguien que tiene elementos para comprometerse. Detrás de una persona que es prácticamente ajena al resto de la estructura, no hay nada que te obligue a dar la vida ni por los tuyos, ni por la empresa. Tenemos que buscar gente que dé la vida.

 

Inma Sánchez