La historia de Sevilla está unida inexorablemente al Río Guadalquivir, que durante siglos le dio un papel imprescindible y relevante en la historia atlántica mundial y convirtió a la ciudad en el centro del mundo y del comercio de Indias. Hoy, siglos después, Sevilla tiene la oportunidad de recuperar parte de su historia y ponerla en valor para superar el desconocimiento general de la ciudadanía. La iniciativa de una plataforma integrada por empresarios, historiadores, antropólogos y otros colectivos, agrupados bajo la Fundación Reales Atarazanas de Sevilla, de convertir este singular monumento en Museo Marítimo, está revitalizando el dormido debate cultural sevillano sobre el valor de su historia a través de las huellas que el pasado nos ha legado. Durante lustros, el singular y emblemático monumento ha estado sometido al olvido y la infrautilización, sin encontrar su sitio en el destino, y eso que sus muros rezuman la historia naval de la España de los siglos XIII y posteriores. Hay que recordar la enorme repercusión que las Reales Atarazanas de Sevilla, fundadas por Alfonso X el Sabio en 1252 -en cuyas diecisiete naves se construyó buena parte de la flota de Castilla que se hacían a la mar tras ser botados en el Arenal-, han tenido en la historia marítima de España, así como el tremendo valor del que gozaba el Puerto de Indias.

Por fortuna y como ya ocurriera con la Iglesia del Salvador de Sevilla, la apuesta empresarial ha sido definitiva para conseguir un apoyo colectivo ciudadano, político e institucional tan anhelado en otras tantas ocasiones, mientras se perfila la fórmula a través de la que se pondrá en marcha el proyecto, en cuatro o cinco años. Numerosos expertos ven el futuro Museo de las Reales Atarazanas como la sede idónea para albergar un museo marítimo de carácter nacional, reclamando incluso que parte del Museo Marítimo de Madrid se ceda a Sevilla. La mejor referencia para la construcción del futuro enclave es el Museo Marítimo de Barcelona, delicioso e interesante ejemplo a conocer. Pero si durante años una ciudad como Sevilla, cuyo mayor referente histórico es el Guadalquivir, sólo ha contado con el digno Museo del Mar de la Torre del Oro, finalmente podría acabar teniendo dos, en una situación un tanto absurda, ya que, según ha anunciado Agesa, a finales de 2008 la ciudad recuperará las visitas al Pabellón de la Navegación, uno de los más emblemáticos de la Exposición Universal de 1992, que combinará los usos museísticos con espacios de ocio.

Mientras continúa el debate y la cuestación popular organizada por la asociación Velázquez por Sevilla para la compra del Santa Rufina de Velázquez que subastará Sotheby's el 4 de julio, comienzan a llegar sugerentes propuestas para las calurosas noches de verano. Entre las más interesantes, el Festival Internacional de Danza de Itálica, que entre los días 2 y 22 mostrará cuál es el pulso actual que mantiene viva la danza a través de las actuaciones de doce compañías. Con cuatro estrenos mundiales, dos en Europa y cinco en España, el Festival se inaugura el 2 de julio con el Proyecto Paso, una performance colectiva internacional que se desarrolla simultáneamente en Chile, EEUU y Brasil. Tras una etapa de deriva que preocupó a los aficionados a la cita bianual, el refuerzo del presupuesto ha logrado una variada programación que elige a Chile como país invitado y traerá decenas de artistas de España, Iberoamérica, África y Europa. Esta apuesta por la diversidad viene representada por los diversos orígenes de las compañías: junto a las propuestas del país invitado, Chile, de donde vienen los bailarines Claudia Vicuña, Alejandro Cáceres, Francisca Morand y Eduardo Osorio, el programa contará con tres solos de África y con las coreografías de la finlandesa Erna Omarsdottir, la francesa Joelle Bouvier y los suizos Linga. El rango internacional del Festival no impide la presencia de varios creadores vinculados al sur: La Tarasca, El Centro Andaluz de Danza, Javier Barón, Israel Galván y el Centro de Artes Escénicas completan la programación junto a una muestra del ciclo Huellas. Mientras se negocia para la edición de 2009 el regreso al Anfiteatro romano de Santiponce, se mantienen los escenarios de 2005, aunque el Patio de la Montería de los Alcázares (en obras) ha sido reemplazado por la Diputación de Sevilla.

Otra cita refrescante es Nocturama, una fórmula pop singular y alternativa para julio y agosto, que mezcla arte moderno con músicas festivas pero minoritarias y que se ha revelado como todo un éxito. El Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) tiene ya lista la receta con la que desde el 4 de julio combatirá las noches estivales en el Monasterio de La Cartuja: un original cóctel artístico y alternativo que invita a reconciliarse con las músicas populares. Los británicos Alpha abrirán fuego con un espectáculo, Cinemix, que fusiona ritmos electrónicos y voces con la proyección de la película de Le brasier arden. A ésta seguirán otras actuaciones con entradas a cuatro euros. También hay que recordar la exposición El agua en la pintura andaluza, que se expone en el Museo Bellas Artes de Sevilla hasta finales del mes de julio y reúne más de 60 obras desde Zurbarán hasta Picasso. No quisiera concluir sin recordar las Medallas de las Bellas Artes 2007, otorgadas por el Consejo de Ministros como premio a la labor artística desarrollada, a cinco andaluces: el grupo de rock Medina Azahara, el cantautor Fosforito, la bailaora Matilde Coral, la trapecista Miss Mara y la bordadora Ángeles Espinar.