Hay muchos “viernes negros” en la historia, pero si hay uno que afectó especialmente a los derechos laborales y sociales de los trabajadores y trabajadoras de España fue el del 13 de julio de 2012, fecha en que se publicó en el Boletín Oficial del Estado el Real Decreto-ley 20/2012 de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad. Ese Decreto-ley, impuesto sin debate, sin diálogo y, por supuesto, sin consenso, ponía a los pies de los caballos toda una estructura social que España había tardado años en construir con el esfuerzo y el sacrificio de miles y miles de personas.

Desde entonces, y siempre bajo el mantra de las mal llamadas políticas de austeridad, el gobierno, auspiciado por Europa, ha llevado a cabo numerosos recortes que están destruyendo la arquitectura social de nuestro país. Es verdad que en España la situación ha sido aún más perniciosa por el modelo productivo en el que se asentaba y, lamentablemente aún se asienta, pero es igualmente cierto que el gobierno no ha sabido gestionar adecuadamente esa crisis, y en estos años, ha gobernado más pensando en el interés de los que la ocasionaron que de quienes la están sufriendo.

Francisco-Carbonero12-439x451La solución no es sencilla y nadie tiene la varita mágica para arreglar la crisis, pero de lo que no cabe duda es de que, como hemos advertido en CCOO desde el principio, las políticas de recorte del gasto público y de la inversión llevadas a cabo en España, no sólo no han cumplido el objetivo prometido de sacarnos de esta situación, sino que la han empeorado, tal y como lo demuestran las situaciones dramáticas que están viviendo las personas, especialmente las golpeadas por el paro. Sólo en nuestra tierra, el número de personas desempleadas ha aumentado en siete años en 199.000 y las de larga duración han pasado del 14,3% al 44,3%.

Las pymes, directamente relacionadas con el consumo y la demanda interna, también han visto limitadas sus opciones de acceso a la financiación, lo que, unido a la falta de empleo y precariedad del mismo, las sitúa en un círculo vicioso que acaba desembocando, en muchos casos, en el peor de los escenarios, el cierre, ya que si las personas no tienen dinero para consumir, las empresas tampoco venden y no sobreviven.

Para lo que sí ha servido la sobredosis de austeridad a la que hemos asistido en estos años ha sido para enriquecer aún más a quienes ya lo eran, y para empobrecer a quienes hasta entonces podían tener una vida medianamente digna, haciendo que la brecha salarial entre trabajadores y ejecutivos se multiplique por diez en estos años de crisis en un trasvase claro de las rentas del trabajo a las rentas del capital.

Es una realidad, por lo tanto, que las estrategias de consolidación fiscal lo único que están consiguiendo es un estancamiento de la economía real, porque aunque es cierto que las cifras macroeconómicas apuntan a una incipiente recuperación, si se sigue con esta política radical de recortes, antes que después se producirá un frenado en seco que hará inviable una traslación de la macro a la micro economía, especialmente urgente y necesaria para las personas y las micropymes de Andalucía. En CCOO estamos convencidos de que no se trata, al menos ya no, de un problema de dinero, sino del reparto tan injusto que se está haciendo de él. Y tampoco entendemos que sea debido, en esencia, a un incremento del gasto sino a un desplome de ingresos. Frente a ello, sólo cabe un cambio de orientación en las políticas europeas, que el déficit y la deuda se gestionen con calendarios más generosos y laxos, y, sobre todo, que se tenga muy claro que el crecimiento lo produce la inversión, la pública y la privada, y el desarrollo de unas instituciones inclusivas que permitan configurar, a partir de la complicidad y desde el diálogo social compartido por empresas, representantes de personas trabajadoras y gobiernos, mecanismos que promuevan el crecimiento.

España necesita un plan alternativo que articule ese cambio de modelo con proyección social y sustentado en pilares sólidos que vertebren el crecimiento a medio y largo plazo, generadores de riqueza y cohesión social; que revalorice el papel del “factor trabajo” y permitan avanzar en la democratización de los espacios productivos más allá de la mera reordenación de sectores de actividad. Para ello, formación permanente a lo largo de la vida, mayor inversión en I+D, una responsabilidad social más presente en la empresa, y un tejido empresarial que apueste por ganar volumen y tamaño a través de los clústeres, son, junto a la creación de empleo de calidad y a unas redes de protección social adecuadas, las bases del giro que necesitan España y Andalucía, no sólo para salir de la crisis en condiciones justas, sino para que el crecimiento que se produzca pueda ser en igualdad.

 

Francisco Carbonero Cantador

Secretario General de CCOO-A

@carboneropaco