A finales del pasado agosto, el mes más caluroso en 136 años de registros a nivel mundial según un análisis mensual de la temperatura global del Instituto Goddard de Estudios Espaciales (GISS), la revista Nature publicó un estudio internacional llevado a cabo por 25 científicos de Australia, Europa, Estados Unidos y Asia en el que participó también el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

La principal conclusión del estudio es que “los primeros signos del cambio climático provocado por humanos se remontan al siglo XIX”. Las emisiones de gases de efecto invernadero desde la Revolución Industrial hasta la actualidad han provocado un calentamiento mantenido y significativo durante casi dos siglos, lo que demuestra que el cambio climático inducido por el hombre no es solamente un fenómeno del siglo XX, como se consideraba hasta ahora.

Y casi dos siglos han sido necesarios para que la humanidad tomara conciencia del problema y de su gravedad. De hecho, la historia del descubrimiento científico del cambio climático comienza a principios del siglo XIX cuando se sospecha por primera vez que hay cambios naturales en el paleoclima y se identifica el efecto invernadero natural, descrito por el físico francés Joseph Fourier.

En 1861, otro físico, el irlandés John Tyndall, demuestra que el CO2 y el H2O pueden provocar cambios en el clima, y 34 años más tarde el químico sueco Svante Arrhenius concluye que la combustión de carbón de la era industrial aumentará el efecto invernadero natural.

Casi 80 años después, en 1938, el ingeniero británico Guy Callendar demuestra que la temperatura ha aumentado durante los últimos 100 años a consecuencia del aumento de las concentraciones de CO2. Sin embargo, el llamado “efecto Callendar” es ampliamente desestimado.

En 1965, el panel de Comité Asesor del presidente de Estados Unidos advierte que el efecto invernadero es una cuestión de “preocupación real”.

El cambio climático apenas se nombra en el programa de la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente en 1972, que se centra en temas como la contaminación química, la prueba de la bomba atómica y la caza de ballenas, pero al final termina delinenado al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

En 1975, gracias al título de un artículo del científico estadounidense Wallace Broecker el término “calentamiento global” se hace de dominio público. 1987 es el año del Protocolo de Montreal que, aún sin el cambio climático en la mente, establece la restricción de los productos químicos que dañan la capa de ozono.

El año siguiente, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) crean el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

El Primer Informe de Evaluación del IPCC es de 1990. En él se afirma que el calentamiento atmosférico de la Tierra es real y se pide a la comunidad internacional que tome cartas en el asunto para evitarlo. Las conclusiones del IPCC alientan a los gobiernos a aprobar la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, firmada en 1992 en Río de Janeiro, en la que se conoce como la Cumbre para la Tierra. Su objetivo fundamental es “la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático”. Los países desarrollados se comprometen a devolver sus emisiones a los niveles de 1990.

En 1995, en el segundo informe de evaluación del IPCC, se afirma por primera vez que la evidencia sugiere “una influencia humana discernible” en el clima de la Tierra.

Los países desarrollados firman en 1997 el Protocolo de Kyoto (que entrará en vigor en 2005) y se comprometen a reducir las emisiones en un promedio del 5% en el período 2008-2012, con amplias variaciones en los objetivos para cada país. Estados Unidos no lo ratifica. El IPCC encuentra, en su tercer informe de 2001, una “nueva y más fuerte evidencia” de que las emisiones de gases de efecto invernadero son la causa principal del calentamiento observado en la segunda mitad del siglo XX.

En 2006, el Informe Stern, que el gobierno del Reino Unido encarga al economista Nicholas Stern,  concluye que el cambio climático podría dañar el PIB mundial hasta en un 20% si no se controla; frenarlo, sin embargo, costaría alrededor del 1% del PIB mundial. El Cuarto Informe de Evaluación del IPCC (2007) concluye que hay más de un 90% de probabilidades de que las emisiones de gases de efecto invernadero sean responsables del actual cambio climático.

192 gobiernos se reúnen en 2009 en la cumbre climática de la ONU en Copenhague con altas expectativas de conseguir un nuevo acuerdo global, pero el resultado fue decepcionante. Sin resultado también una cumbre similar el año siguiente en Cancún.

2012: el hielo marino del Ártico se derrite alcanzando tan sólo los 3,41 millones de kilómetros cuadrados, batiendo el récord de la extensión más baja en verano desde que comenzaron las mediciones por satélite en 1979. Entre 2013 y 2014 se publica el quinto informe de evaluación del IPCC: los científicos están un 95% seguros de que los seres humanos son la “causa dominante” del calentamiento global desde la década de 1950 y hacen hincapié en la urgencia de la respuesta, tanto para reducir sus efectos como para combatirlos. La cumbre del clima de la ONU en Perú (2014) logra que cada país fije sus metas de reducción de emisiones sobre una base voluntaria.

El 13 de diciembre de 2015, en la COP21 de París, 195 países adoptan el primer acuerdo universal y vinculante contra el cambio climático: un plan de acción global para que el incremento medio de la temperatura del planeta se mantenga muy por debajo de los 2º Celsius. El 22 de abril de 2016, Día de la Tierra, en la sede de Naciones Unidas, 175 estados miembros firman el acuerdo de París en una ceremonia histórica. “Estamos en una lucha contra el tiempo”, advierte Ban Ki-moon. Para que el Acuerdo entre en vigor se necesita que al menos 55 países que sumen en total el 55% de las emisiones contaminantes globales completen el proceso de ratificación. EE. UU. y China, considerados los principales emisores de dióxido de carbno, lo hicieron a primeros de septiembre; a 22 de septiembre, fecha de cierre de la revista, 60 países han ratificado el acuerdo, pero juntos representan sólo menos del 48% del total de la emisión mundial…

Tras 200 años de concienciación, no cabe duda que el cambio climático tiene consecuencias disruptivas para la Tierra. Pero, ¿la respuesta es igualmente disruptiva?

 

Anna Conte

 

ARTÍCULO INCLUIDO EN LA REVISTA DE OCTUBRE DE AGENDA DE LA EMPRESA. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO. ¿QUÉ COSTES TENDRÁ EL CALENTAMIENTO GLOBAL? ¿QUÉ OPORTUNIDADES DE NEGOCIO GENERARÁ?