Según Pablo Barrenechea, adjunto a dirección de Ecodes, los diferentes estudios que se realizan sobre esta cuestión llegan a diferentes conclusiones teniendo en cuenta las previsibles consecuencias del cambio climático. “Por ejemplo, un estudio de la United Nations University publicado en el Asia-Pacific Journal of Public Health indica que más calor conduce a menor productividad, especialmente en las economías menos desarrolladas y en aquellos puestos de trabajo más expuestos a la intemperie, lo que supondrá que para el año 2030, el calor podría generar pérdidas de dos billones de dólares en la economía mundial. Desde que el informe Stern, elaborado por el economista sir Nicholas Stern para el gobierno del Reino Unido en 2006, continúa explicando, avanzó que la economía mundial podría perder un 20% del PIB en el siglo XXI, las previsiones han seguido empeorando y ya se afirma que el descenso estaría más cercano al 23%. En todo caso, las previsiones señalan que el cambio climático va a generar importantes impactos macroecónomicos a nivel global, aunque afectaran de manera diferenciada a nivel global. Sólo tenemos que tener en cuenta el impacto que la variabilidad climática tiene en la agricultura o en el sector turístico (no sólo de montaña), o el coste que puede generar la adaptación de las infraestructuras y de los servicios a los cambios climáticos, a los fenómenos meteorológicos extremos o al aumento del nivel del mar”.
¿Y el coste para las empresas, cuál será? La directora de Sostenibilidad y Gestión de Intangibles de Telefónica señala que el cambio climático “puede implicar riesgos para el sector de las telecos, para nuestras infraestructuras o incluso afectar al precio de la energía, pero también representa una gran oportunidad para la eficiencia interna y también para el desarrollo de nuestro negocio y la innovación. Los servicios digitales, el Internet de las Cosas (IoT en inglés), son parte de la solución al problema y eso son nuevos ingresos”.
En ese sentido también se expresa Antonio Fernández, director territorial de Andalucía y Extremadura de Vodafone, quien explica que en su compañía “confiamos en el potencial transformador de nuestra tecnología y del sector en el que operamos para contribuir en la lucha contra el cambio climático y sus consecuencias, derivando en claros beneficios socio-económicos tanto para nuestros clientes, como para la sociedad en general”.
Así, destaca ejemplos como los servicios inteligentes ‘máquina a máquina’ (M2M) que proporcionan conexiones, tanto a distancia como en movimiento, entre dispositivos y que permiten la reducción de los consumos energéticos en diversos sectores, como las soluciones aplicadas en las redes eléctricas inteligentes, la logística inteligente o la optimización en la gestión de ciudades y en los sistemas de producción.
Sobre el papel de las TIC se pronuncia el socio de everis en Andalucía, señalando que “la innovación en general, y las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) en particular, tienen un papel determinante en la creación de una economía sostenible mediante la aplicación de tecnologías Smart”.
Por su parte, Isidro Atienza, de Indra, reconoce que la tecnología que ofrece la compañía puede desempeñar un “papel importante” para combatir el cambio climático, “por lo que se genera una gran cantidad de oportunidades comerciales ligadas a la gran sensibilidad ambiental de nuestros clientes y a la mayor demanda de tecnologías que permitan a las organizaciones ser más eficientes energéticamente”.
Un ejemplo muy interesante se encuentra en la minería, sector relevante en la economía andaluza. Para Carlos Sánchez Alegre, director de Seguridad, Salud y Medio Ambiente de Minas de Aguas Teñidas (MATSA), en términos de estrategia, y para afrontar el cambio climático en el sector minero, “es muy importante considerar la optimización y rediseño de los circuitos energéticos y del tipo de energía que se utiliza a fin de ser consistentes con las metas de reducción de generación de gases de efecto invernadero que asumen los estados. Sin embargo, esta situación es también un gran reto, pues la industria minera en este momento está pasando por un ciclo de precios muy por debajo de lo que se tuvo como precios promedio en los últimos ocho años y el capital para estas inversiones es limitado. No obstante, las opciones de mejora que brinden un mejor retorno económico y de mitigación de gases de efecto invernadero deberían ser implementadas por las empresas del sector. En este aspecto, y como una de las consecuencia positivas de la COP de Paris, la modificación de las reglas de emisiones podrían ayudar al sector a apalancar fondos para implementar mejoras”.
“En términos generales, se observa un potencial incremento en los costos operativos y de capital para el sector que en alguna medida podrá ser gestionado a través de innovación y uso eficiente del capital, incorporando el criterio de sostenibilidad para la toma de decisiones”, explica Sánchez.
En el caso de Cobre Las Cruces, la actividad de la compañía andaluza “ya está sufriendo” las consecuencias del cambio climático. “La minería es una actividad que se produce al aire libre, donde trabaja gran parte de nuestro personal en producción. Un ascenso de la temperatura en 3ºC, como la observada en agosto, llegando a superar los 44ºC a la sombra (unos 48-51ºC al sol), supone tener que tomar fuertes medidas preventivas y asumir ciertos riesgos que reducen nuestro rendimiento: riesgo de golpe de calor, falta de atención, caídas o resbalones, etc.”.
“Así mismo -continúan explicando-, las precipitaciones observadas en nuestro entorno han cambiado de esquema. De distribuirse los 584 mm de lluvia media anual observada en Sevilla en 71 días del año durante la primera década de este siglo, ha bajado a 38 días durante esta segunda década, de forma que hay menos lluvia, y la que hay, se produce de forma más enérgica (torrencial), produciendo mayor erosión en nuestros frentes, lo cual supone un riesgo en cuanto a la estabilidad de taludes, su revegetación y control de la escorrentía”.
El consumo responsable es el gran ‘leitmotiv’ que mueve a vibbo, cuya responsable de estudios, Beatriz Toribio, reconoce que la creciente conciencia sobre el cambio climático y el medio ambiente se traduce en una mayor penetración de plataformas de segunda mano y esto trae consigo una reducción de nuestra huella medioambiental.
“Una forma de contribuir es comprando artículos de segunda mano. Hoy, gracias a Internet y las nuevas tecnologías, tenemos en nuestra mano servicios y empresas que nos permiten llevar una vida más sostenible y que, como el caso de vibbo, nos permiten reducir nuestra huella medioambiental. Existen grandes beneficios para el medio ambiente cuando permitimos que algunos objetos, como los muebles, sean reutilizados tantas veces como sea posible antes de reciclarlos”, comenta.
Estos ejemplos ponen de manifiesto que las empresas están tomando conciencia del problema y que realmente quieren hacer algo por cambiarlo. Tal y como señala Pablo Barrenechea, “desde hace tiempo, y aunque el cambio climático todavía no es una noticia de prime time, el salto informativo es muy significativo. Se puede afirmar que la información y el acceso a la misma permiten a las empresas ser conscientes de las consecuencias. Y, también, de las herramientas y las acciones para reducir las emisiones de CO2 y luchar contra el cambio climático. La cuestión es si la información efectivamente motiva la acción”.