La Organización para la Cooperación y el Desarrolló Económico (OCDE), influyente organización internacional de análisis social y económico, hizo ayer una previsión a la baja sobre el crecimiento de la economía española, y pronostica un aumento del PIB del 2,5% en 2008 -más de un punto porcentual por debajo del crecimiento de este año- provocado por «la caída de la construcción residencial».

Es una de las conclusiones más importantes para nuestro país que se extraen del estudio «Previsiones Económicas» hecho público ayer en París. El informe observa cómo España ha sido uno de los países donde más importancia sobre la economía ha tenido la inversión constructora, con una media superior al 9% del PIB en los últimos diez años, la tercera más alta. Un país, por ello, especialmente vulnerable al nuevo ciclo constructor que se avecina, y donde «las caídas en la inversión van a ser aún más pronunciadas».

Según este estudio, que publica la organización dos veces al año, se prevén tiempos de contracción en el mercado español, que reflejará una caída del consumo como consecuencia de la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores y de los tipos de interés. Unos tipos que, al situarse al alza, provocan un «efecto negativo por el relativo alto nivel de endeudamiento de las economías familiares y las compañías».

Respecto al gran caballo de batalla macroeconómico de finales de este año -la inflación-, la OCDE prevé que se modere gracias a la «disminución» de la demanda doméstica. Para afrontar esta menor demanda e incentivar el consumo, los analistas del informe recomiendan a España que suba los sueldos de sus trabajadores por encima de la inflación.

La OCDE también llama la atención sobre la posible carrera por bajar los impuestos que puede darse en nuestro país de cara a las elecciones generales. Según el informe, España «debe resistirse a relajar la política fiscal para poder afrontar las futuras consecuencias del envejecimiento de la población», toda una advertencia para la clase política española.

En definitiva, la situación económica que pinta la OCDE para España no es especialmente negativa, ya que asegura que «la actividad sigue siendo fuerte, pero han aparecido signos de desaceleración».