A finales de 2014, al menos 9,4 millones de residentes europeos habían encontrado un empleo con la ayuda del Fondo Social Europeo (FSE) durante el período 2007-2013 y que 8,7 millones habían conseguido una cualificación o un título. Asimismo, 13,7 millones de participantes han señalado otros resultados positivos, como la mejora de sus capacidades.

Según un informe de evaluación de las inversiones en el marco del FSE, entre 2007 y 2014 aportó un apoyo esencial a la aplicación de las prioridades nacionales y de la UE para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador, incluidos los objetivos de Europa 2020 y las recomendaciones específicas por país hechas en el marco del Semestre Europeo.

Los participantes en las acciones del FSE se distribuyen de manera uniforme entre los inactivos (36%), los que tienen empleo (33%) y los desempleados (30%). Los grupos destinatarios comprenden las personas con baja cualificación (40%), los jóvenes (30%) y las personas desfavorecidas (al menos el 21%). Entre los participantes figuran 51,2 millones de mujeres.

Los Estados miembros se han beneficiado de importantes recursos adicionales proporcionados por el FSE para hacer frente a los desafíos sociales y en materia de empleo, para llegar a las personas y para aplicar políticas que, sin esos recursos, habrían tenido dificultades para encontrar apoyo financiero.

Por ejemplo, el FSE ha proporcionado más del 70% de los recursos destinados a políticas activas del mercado de trabajo en Bulgaria, Estonia, Grecia, Letonia, Lituania, Malta, Rumanía y Eslovaquia, y más del 5% de los gastos en materia de educación y formación en Portugal y la República Checa. El FSE también ha generado nuevas maneras de trabajar entre las partes interesadas y ha apoyado innovaciones locales y regionales que, a continuación, se han generalizado a nivel nacional.

Además, el FSE ha desempeñado un papel esencial en el apoyo a la modernización de los servicios públicos de empleo y otras instituciones responsables de las medidas activas en relación con el mercado de trabajo. En las regiones menos desarrolladas, el FSE ha apoyado reformas en la educación, el sistema judicial y la administración pública general. De esta manera, ha dado un impulso positivo al entorno empresarial y ha creado sociedades más inclusivas.

El FSE también ha tenido un impacto positivo en el PIB de EU-28 (incremento del 0,25%) y la productividad, según las simulaciones macroeconómicas.

Por último, el informe destaca el papel del FSE en la reducción de los efectos negativos de la crisis. Gracias a su flexibilidad, este ha podido responder con facilidad y rapidez a nuevos desafíos reorientando las medidas hacia los más afectados por la crisis.