Saboreaba la primavera recién estrenada en el tabanco y dejándome transportar por esa ensoñación con aroma a geranios reventones y a azahar recién brotado me perdía en pensamientos indolentes huyendo del ajetreo político y social. Y como no venía nadie, porque era hora temprana, y me había llamado un colega francés para hablarme de una Andalucía tópica que sólo existe en su ignorante lejanía me entretuve entretejiendo imágenes de la de ahora. Y convertí el tejido en esta cita mensual con los lectores. Y 26 años después de aquel primer embrión de Estatuto, cuando ya cocinamos uno mejor -¡espero!- salgo a la calle de nuevo. Y me alegro del cambio producido.

Hablando con el colega constato que, de tanto y tanto insistir, la tópica imagen ha quedado fijada en su retina y archivada en la memoria. En los años 70 fue el motor de un desarrollo económico necesario para toda España. Éramos la ‘cara alegre’ del franquismo, “de cuyos símbolos -escribía hace poco Juan Teba- se servía el Estado para identificarse en el concierto de las naciones. La Andalucía de los tópicos y de la gracia y, también, la instalada en los últimos espacios del ranking nacional del bienestar”.

Y buscando un motor a alguien se le ocurrió vender espectáculos tópicos, y de Andalucía se vendió el flamenco y las playas soleadas, para tostar la piel de los visitantes nórdicos. Y se hizo de tal manera que 12 años después, cuando yo mismo vivía fuera de España, en esa Europa tan alejada entonces, la sorpresa de mis amigos era verme aparecer vestido como ellos, sin el traje de torero, sin bailarles unas bulerías, y convencido de mi historia, de mis raíces y de la esperanza de desarrollo para esta tierra. El típico tópico había quedado alojado en la memoria de los europeos. Y no había manera de arrancarles la foto fija de tanto tipismo.

Sin embargo 26 años después del Estatuto de Autonomía, nuestra imagen se había transformado; 26 años en los que, aunque no hayamos olvidado el flamenco, ahora elevado a la categoría cultural que se merece, y sin negar los beneficios de unas playas soleadas, nos hemos aplicado en una convergencia con Europa y un desarrollo incuestionable. Aquella tópica imagen de antaño no es ya reflejo de lo que somos. Como ha escrito Luís García Montero, “la verdad social más viva de Andalucía tiene ya poco que ver con la colección costumbrista de procesiones, romerías y trajes típicos que tanto agradan a los especuladores espirituales del terruño. Más que la miseria autóctona y el pintoresquismo, Andalucía se ve definida por la calidad de las iniciativas que… están protagonizando jóvenes investigadores, científicos y artistas”. Debido a su propio esfuerzo, la Andalucía de hoy no puede identificarse con el retraso, con la pobreza y con aquellas imágenes color sepia de las viejas fotos.
La economía andaluza sigue creciendo. El año pasado lo hizo un 3,5% y su PIB superó en una décima el de la media española. Además, Andalucía será en el 2006 una de las cuatro comunidades autónomas que más crecerá económicamente. Aunque no puede negarse que a pesar del esfuerzo las inversiones en innovación distan mucho de ser las del resto de Europa; concretamente son del 0,8% respecto al PIB mientras que en la Unión Europea son del 2%.

Los dos parques tecnológicos andaluces que había y que se crearon hace 15 años (el de Cartuja 93, de Sevilla y el PTA, de Málaga) hoy están en proyecto 8 parques tecnológicos más. Y es ya una esperanzadora realidad la Aerópolis, junto al Aeropuerto de Sevilla y donde se ensamblará el avión A400M. El aéreo es un sector compuesto por 92 empresas que proporcionan 5.000 puestos de trabajo y mueve una facturación de más de 700 millones de euros.

El consejero Francisco Vallejo, puede afirmar hoy que “más de un 20 % de las empresas de base tecnológica de España, se crea ahora en Andalucía”. No es la única apuesta, aunque sí está siendo una de las más relevantes. Granada y Sevilla se han convertido en los principales ejes de las investigaciones biomédicas. En la capital andaluza está a punto de abrirse el Centro Andaluz de Biología Molecular, con el que la superficie para investigación biomédica ocupará 10.000 metros cuadrados en Andalucía. Este desarrollo científico ofrecerá terapias a enfermedades crónicas y graves, gracias al avance y a la apuesta tecnológica y científica andaluza.

Y lideramos actividades como las del mármol y diseño de Macael, producciones como el aceite de oliva, la aplicación de nuevas tecnologías en una producción agrícola puntera en Europa, las tecnologías de la comunicación, con empresas y laboratorios especializados… y una pléyade de artistas, compositores, diseñadores gráficos que están proyectando en el mundo una nueva imagen de Andalucía.

También fiestas y playas, porque producen una riqueza: turismo. Es significativo que al cierre del 2005, el turismo andaluz arroje estos datos: 41.341.225 pernoctaciones que suponen un incremento del 6,4% respecto al año anterior. Una industria que se está renovando y apostando por nuevas ofertas de turismo cultural, de congresos y, sobre todo, un turismo de calidad. Empleó en 2005 a 33.173 profesionales en establecimientos hoteleros, con un incremento del 8,6% respecto al año anterior.

No sólo fiestas y pescaito frito sino Andalucía, moderna y emprendedora. El cliché de otra imagen no puede sino ser parcial o traicionar la verdad de este momento histórico, pensaba yo.

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