La agricultura basada en macrodatos consiste en crear un nuevo ecosistema de trabajo que nos permita recoger y procesar grandes volúmenes de datos y desarrollar aplicaciones capaces de responder a nuestras necesidades. Estas aplicaciones son el instrumento para explotar información valiosa y permiten monitorizar y optimizar cultivos, evolucionando desde la agricultura intuitiva a la agricultura científica, ganando eficiencia y productividad.

La cadena agroalimentaria se beneficiará de innovaciones capaces de aportar valor en los diferentes procesos de transformación, comercialización, distribución y consumo. Estas tecnologías van a rediseñar el sector agrario en un futuro próximo, induciendo cambios estructurales y económicos, generando nuevas oportunidades para los agricultores y ganaderos, pero también un riesgo de que las pequeñas y medianas explotaciones agrarias queden rezagadas. Por ello, es prioritario que esas explotaciones, que conforman el Modelo Europeo de Agricultura, no se queden al margen de la revolución agrotecnológica y puedan unirse, manteniendo su calidad y diversidad y aportando a la sociedad alimentos sanos y sabrosos, así como otros bienes públicos no remunerados: medioambientales, territoriales, culturales, gastronómicos, etc. El nuevo ecosistema de macrodatos agrarios debe ser inclusivo y permitir que todas las explotaciones puedan beneficiarse en igualdad de oportunidades.

Este ecosistema exige colaboración en el seno de la cadena agroalimentaria. Las relaciones entre sus agentes tendrán que ser más profundas y complejas. Paralelamente, las pequeñas y medianas explotaciones europeas necesitan colaborar en la fase de producción para desarrollar aplicaciones basadas en macrodatos agronómicos, combinando el conocimiento generado a lo largo de los años, identificando las mejores prácticas y estableciendo prescripciones en tiempo real.

Ese ecosistema, cuyo diseño es determinante para el futuro de las pequeñas y medianas explotaciones agrarias en Europa, debería ser abierto, compatible, estandarizado, accesible, seguro, asequible, en continua evolución y sujeto a una regulación que evite posiciones de dominio y discriminación.

Y es imprescindible que los agricultores participen, directamente o a través de órganos de control y supervisión. Porque los riesgos e incertidumbres son abrumadores: ¿Quién es el propietario de mis datos?  ¿Quién tiene acceso a ellos?  ¿Cómo los utilizan las compañías y qué beneficio obtienen? ¿Qué regulación existe y cuál hay que elaborar? ¿Cómo participar en la creación de modelos de negocio justos? ¿Qué garantías existen sobre almacenamiento y seguridad de los datos? ¿Qué formación necesitan los agricultores y ganaderos para adaptarse a este nuevo entorno?

 

Jose Luis Miguel

Director Técnico de COAG

 

Artículo incluido en el número de octubre de Agenda de la Empresa