La racionalización de las operaciones, unida al mantenimiento del proceso manual del labrado, es lo que nos ha permitido mantener un producto con la misma calidad a un precio asequible y que constituye una de nuestras señas de identidad.
Nuestra fábrica, sobre una parcela de 30.000 m2 y con una superficie construida de 8.000 m2, alberga en su interior modernas instalaciones dotadas de la mejor tecnología aplicable a la gama de productos que fabricamos, todo ello sin perder el componente artesanal que nos diferencia.
Un moderno laboratorio controla la calidad de las materias primas que utilizamos, a la vez que sistemas informáticos adecuados controlan la trazabilidad de las mismas, de forma que garantizamos su origen y su seguimiento.
Nuestra restante gama de pastelería tradicional lleva incorporada más procesos mecanizados, todo ello producto de nuestro departamento de I+D+i y taller de construcción propio, que ha conseguido, a partir de adaptar las maquinas a los productos, mejorar la eficiencia de nuestros sistemas productivos sin menoscabo de sus valores tradicionales.
Combinar innovación y tradición para poder mantener el enorme valor que nuestro producto tiene para las generaciones pasadas y futuras es nuestra razón de ser.
Anteriormente, no existía un control de tiempos y cada fase de producción se realizaba de forma discontinua. A partir de 1987 se lleva a cabo una fase de racionalización de la maquinaria que nos permite la producción continua. En concreto, la innovación que nos diferencia y que podemos considerar la clave de nuestro éxito a nivel productivo es la incorporación de la maquinaria que evita la envuelta manual. Poder racionalizar el proceso de la envuelta de nuestro producto manteniendo su configuración tradicional ha mejorado significativamente su conservación, permitiendo almacenarlo durante periodos más largos y también poder ceñirnos a la normativa legal y técnica del trabajo repetitivo.
Juan Moreno Tocino
Presidente de Inés Rosales
