La industria del turismo en Andalucía, más que un motor, es una locomotora que, con su gran volumen de negocio y actividad empresarial, tira con brío del empleo y del crecimiento económico.

Su capacidad de progresión parece no tener límites, aunque ello no es fruto de la casualidad, sino que responde a dos grandes parámetros. Uno externo, el de la merma de los mercados que compiten con el turismo español; y otro interno, el de los empresarios del sector que asumieron el firme compromiso de mejorar la calidad y la diversificación de la actividad turística para seguir reinventándose y adaptándose a las exigencias del mercado, y para continuar siendo un destino y una industria líder. Por supuesto, con el inestimable apoyo de sus trabajadores, cada vez más comprometidos y en necesaria recualificación.

El balance del pasado 2017 no puede ser mejor en este sentido. Ha sido un año estelar que ha marcado registros difíciles de superar en cuanto a número de turistas, pernoctaciones e ingresos turísticos: 29,5 millones de turistas, más de 52 millones de pernoctaciones, cerca de 20.000 millones de euros, a lo que hay que sumar el crecimiento del movimiento aeroportuario y rutas aéreas en el territorio andaluz. Todo ello unido a una tímida mejoría de la rentabilidad empresarial.

En este sentido, se espera que en el contexto económico actual se siga dando alas al crecimiento turístico en Andalucía, si bien con una menor intensidad que se cifra entre el 2 y 3%. En este escenario, los retos inmediatos pasan por optimizar indicadores y registros como el gasto turístico, la ocupación, la consolidación y fidelización de los turistas.

Asimismo, es necesario gestionar y ordenar el crecimiento sostenible de la oferta del sector, especialmente en lo que se refiere a las viviendas turísticas; captar nuevos mercados, corregir la estacionalidad y la seguridad. En resumen, la industria turística tiene que continuar con la línea iniciada de reinventarse y avanzar en rentabilidad y en generación de empleo de calidad.

Para desarrollar estos retos, hay que seguir implicando a la Administración pública con su colaboración y a todos los agentes públicos y privados que operan en el sector. En este aspecto, hay que señalar que en el horizonte de este 2018 se enmarca el nuevo Plan de Marketing Turístico de Andalucía, que tendrá que ser negociado y debatido en la Mesa del Turismo en estrecha colaboración con la Consejería de Turismo.

Un plan del que el sector en su conjunto, espera que sea una apuesta por la diversidad y por la riqueza cultural andaluza en el Año Europeo del Patrimonio Cultural. Para ello, Andalucía cuenta con destacados hitos para este año como el V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo, Medina Azahara como Patrimonio Mundial, el Año de Murillo, o el 15 Aniversario de la Unesco de Úbeda y Baeza, entre otras celebraciones y actividades culturales.

En esta línea, hay que intensificar el enfoque digital y online con actuaciones novedosas y directas al consumidor, presencia en redes sociales y webs especializadas, en acciones dirigidas a la oferta de ocio, gastronomía, naturaleza, fiestas, golf, así como una mayor difusión del turismo accesible y responsable.

También hay que explorar nuevas fórmulas y formatos de promoción en ferias no turísticas de gran aforo y gran repercusión mediática, como las  tecnológicas, las del automóvil, sanitarias y deportes. Igualmente hay que optimizar encuentros como el Congreso ABTA (Asociación de Agencias de Viajes de Reino Unido) para promocionar e impulsar el turismo de golf y de negocios.

Además de estas iniciativas, hay que activar nuevos segmentos turísticos como el turismo deportivo o el kitesurf -turismo náutico-, así como crear mayores sinergias entre turismo y gastronomía, con el concurso de la industria turística y agroalimentaria, bajo una misma “Marca Andalucía”, o poner en valor el turismo de cine, dado el magnífico escenario cinematográfico que es Andalucía.

Pero, además, hay que implementar la promoción turística de forma no solo eficaz, sino eficiente, optimizando los limitados recursos y considerando los verdaderos retornos turísticos, que en clave empresarial se llaman turistas, ocupación, gasto turístico o pernoctaciones. De ahí la importancia que hay que dar a la evaluación y medición de los esfuerzos en promoción.

Nuestra industria turística tiene que buscar nuevos rumbos, pues Andalucía tiene atractivos para atraer una nueva demanda de países de larga distancia; y así seguir elevando su potencial de crecimiento para posicionarse en segmentos de mayor calidad (turismo cultural y Mice), lo que reducirá nuestra dependencia y posible vulnerabilidad.

En definitiva, Andalucía debe saber aprovechar el viento de cola que impulsa últimamente el turismo en nuestra tierra para intentar romper para siempre con la estacionalidad, fidelizar a los turistas de los últimos años y captar nuevos mercados.

La Alianza estratégica entre los agentes económicos y sociales y la Consejería de Turismo, aún se hace más útil y necesaria. Nuevos retos y nuevas oportunidades para seguir caminando juntos.

 

Javier González de Lara

Presidente de la CEA

 

Artículo incluido en el número de febrero de la revista Agenda de la Empresa