El Banco de España prevé que, tras crecer un 3,1% en 2017, el PIB aumente un 2,7% en 2018, un 2,3% en 2019 y un 2,1% en 2020, revisándose al alza en tres, dos y una décimas en cada uno de los tres años.

En su informe sobre las proyecciones macroeconómicas de la economía española, el organismo señala este aumento como consecuencia de una evolución reciente “más favorable” que la anticipada a finales de 2017 tanto de la economía española como de sus mercados de exportación, de un tono esperado de la política presupuestaria más expansivo que el anticipado hace tres meses, y de un impacto “algo menos negativo” asociado a la situación política en torno a Cataluña respecto al incorporado en el escenario central de las anteriores proyecciones.

La expansión del producto continuaría sustentada en la demanda nacional, para la que, no obstante, se prevé una cierta desaceleración de sus distintos componentes en los próximos años. A su vez, la demanda exterior neta seguiría ejerciendo una contribución positiva, aunque ligeramente descendente.

Por lo que se refiere al empleo, se prevé una moderación de los elevados ritmos de crecimiento observados en el último trienio conforme avanza el período de proyección, en consonancia con la desaceleración proyectada de la actividad. El aumento sostenido de la ocupación permitirá descensos adicionales de la tasa de paro, hasta situarse en un nivel cercano al 11% a finales de 2020.

En el ámbito de los precios de consumo (IPC), a lo largo de 2018 se prevé cierta variabilidad de su tasa de variación interanual, como consecuencia de los efectos base asociados a los precios energéticos. Con posterioridad, la evolución esperada del IPC vendría dominada por la del componente subyacente, para el cual se proyecta un ascenso gradual en un contexto de ampliación de la brecha positiva de producto.

En términos de la tasa media anual, después de repuntar un 2% en 2017, el IPC moderaría su avance hasta el 1,2% en 2018, para acelerarse en adelante, hasta el 1,4% y el 1,7% en 2019 y 2020, respectivamente. En las proyecciones actuales, la inflación general se revisa a la baja en dos décimas en 2018 debido a un comportamiento reciente del componente energético algo menos dinámico que el proyectado en diciembre, permaneciendo sin cambios significativos en el bienio siguiente.