El Rector de la Universidad Loyola Andalucía ha propuesto redefinir el papel actual de la Universidad para abrir “una nueva relación con la sociedad en la que cumpla con su misión y ocupe el espacio que realmente debería tener como ocurre en Alemania o Estados Unidos, los países occidentales con sistemas universitarios más avanzados”.

Esa ha sido una de las ideas sobre las que ha pivotado la intervención de Gabriel Pérez Alcalá en el Foro Diálogos Loyola (que organiza Loyola Leadership School, la escuela de Posgrado de la Universidad Loyola, y La Caixa) bajo el título “Retos de la Educación Superior en el siglo XXI”.

Presentado por el Rector de la Universidad de Deusto, Jaime Oraá, que ha destacado el proyecto de la Loyola Andalucía y el papel que jugará en el sistema universitario, Pérez Alcalá se ha referido también a las universidades como “organismos muy vivos, sometidos a cambios permanentes, de alumnos, docentes y planes de estudio, lo que nos obliga a que estemos, también, constantemente preparados para hacerles frente de la mejor
manera posible. Por responsabilidad social”.

Para el Rector de la Universidad Loyola Andalucía, hay dos factores fundamentales que van a empujar el cambio del modelo de la universidad: la internacionalización, “con lo que hay que adaptarse a la competencia de la globalización, una realidad mucho más amplia y decisiva de lo que podemos creer” y la tecnología, que “introduce nuevas y eficaces herramientas cada vez más rápido”.

En este sentido, este nuevo modelo debe bascular hacia la investigación, una de las “señas de identidad de la futura Universidad Loyola Andalucía, como se denomina en el mundo anglosajón “research university”, investigación aplicada y de calidad para que cumpla su fin de servicio a la sociedad.

En cuanto a otros retos que deben asumir las universidades, Gabriel Pérez Alcalá, ha hecho referencia al valor de la enseñanza a lo largo del tiempo, la denominada “Long Life Learning” en la que la Universidad tenga una relación con sus alumnos mucho más allá de la que tiene en la actualidad, centrada en los posgrados y en la que la formación constante sea “la norma y no la excepción”.

Asimismo, se ha referido también a los retos de la universidad para satisfacer una demanda de familias, empresas y administraciones públicas y gobiernos, cada vez más selectiva y creciente, a pesar de la crisis. Una demanda “que debe tener respuestas solventes y eficaces para que la universidad sea ese cuarto actor social”.