Durante la última década estamos asistiendo a una progresiva digitalización de la sociedad y de la economía que están provocando cambios que impactan, a lo largo de la cadena de valor, en todos los sectores, industrias y organizaciones.

Uno de los sectores donde más se aprecia este impacto es el del turismo, donde una parte importante de los sistemas e intermediación han pasado del entorno físico al virtual. Ello ha provocado la desa-parición de numerosos agentes y el nacimiento de otros que han sabido aprovechar las innovaciones que los servicios en la nube, la movilidad y las redes sociales habilitan.

El sector turístico en Andalucía cuenta con innumerables activos que favorecen la competitividad turística y suponen una gran base para el desarrollo, no solo del sector, sino de otras industrias que se benefician de ello. La adaptación a la nueva economía digital es clave para que Andalucía conserve e incluso mejore esta competitividad.

Tanto el sector público como el privado tienen que estar preparados para cubrir los requerimientos y necesidades del turista o viajero digital -hiperconectado e interactivo- para conseguir que Andalucía siga siendo un destino preferente internacional. Debemos adaptarnos a un nuevo perfil de turista que desarrolla su experiencia de viaje de una forma más amplia que el turista tradicional: ahora nos informamos e inspiramos antes de iniciar el viaje a través de los recursos disponibles en la red (guías, podcast, vídeos, mapas, recomendaciones,…), claves para la selección del destino; una vez que estamos en el territorio adquirimos servicios e interactuamos con proveedores y otros viajeros gracias al uso intensivo de aplicaciones móviles; y, tras la estancia, compartimos, comentamos y recomendamos según hayan sido nuestras sensaciones, lo que a los gestores turísticos les permite evaluar el grado de satisfacción, así como implementar sistemas para la captación y fidelización.

Estas transformaciones exigen un nuevo enfoque de la gestión turística y un nuevo papel para los entes locales para los que el concepto de Smart City se convierte en una referencia imprescindible. Las Smart Cities no solo deben agregar elementos para la gestión de una ciudad y sus servicios públicos -favoreciendo aspectos como la protección del entorno, el medioambiente, o la sostenibilidad técnica y económica de los recursos municipales-, también deben permitir configurar un espacio para la innovación sobre la base del territorio habilitando infraestructuras tecnológicas capaces de captar, analizar y aportar información en tiempo real.

El reto está en conseguir integrar los avances de las TIC sobre un territorio para dotarlo de inteligencia y proporcionar unos sistemas de accesibilidad y movilidad al visitante que favorezcan la generación de experiencias. Se trata de ampliar la visión de las Smart Cities hacia un enfoque donde las medidas a implementar no solo estén orientadas a mejorar la calidad de vida de los residentes, sino también de los visitantes, y hacer cada vez más compatibles los intereses y bienestar de ambos. Esa es la clave de lo que viene a denominarse actualmente Destinos Turísticos Inteligentes.

 

 

Manuel Ortigosa | DG de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información de la Junta de Andalucía  (@mortigosab)

 

 

Artículo incluido en el especial sobre turismo digital en el número de julio y agosto de la revista Agenda de la Empresa