No alcanzan a disponer de 1,9 dólares diarios para subsistir

En la actualidad, 300 millones de trabajadores viven en condiciones de pobreza extrema, es decir que no alcanzan a disponer de 1,9 dólares diarios para subsistir, según lo revela la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con motivo de la celebración, este lunes 7 de octubre, de la Jornada Mundial de Trabajo Decente.

Además, asistimos a un ensanchamiento de la brecha social: entre 1980 y 2016, el 1% más rico de la población aumentó sus ingresos en un 27%, mientras el 50% más pobre aumentó en un 12%.

El trabajo asalariado continúa siendo la principal fuente de ingresos para la mayor parte de la población mundial. Sin embargo, la elevada tasa de desempleo no se logra recuperar desde la crisis.  Además, esto se ve afectado por la ralentización en la creación de puestos de trabajo. Así, se estima que 190 millones de personas están desempleadas en el mundo. Las previsiones indican que el crecimiento de la población activa hará aumentar el número de personas desempleadas en un millón al año.

De los 190 millones de personas desempleadas, 64.8 millones son jóvenes, lo que implica un incremento de las desigualdades durante la transición a la edad adulta. Un fenómeno que hay que combatir en este sentido es el “trabajo a tiempo parcial involuntario”, es decir, la utilización del empleo temporal como llave de acceso al mercado de trabajo, dado que no está comprobado que dicha subutilización de la prestación laboral conduzca necesariamente a un empleo de mayor calidad. Además, una de cada cinco personas jóvenes compone el grupo “ninis”: no trabajan ni estudian.

Igualdad de género

Las mujeres reciben una remuneración 20% inferior a la de los varones por un trabajo de igual valor. Sin embargo, este es solo un aspecto de las múltiples dimensiones de la desigualdad entre  varones y mujeres. En ese sentido, las mujeres tienden a concentrarse más en ciertas ocupaciones asociadas a los cuidados, con menor valoración social y menor remuneración.

Además, las mujeres siguen estando a cargo de la mayor parte de los trabajos de cuidados no remunerados, centralizando su participación laboral en trabajos a tiempo parcial.

En 2018, la tasa de fuerza de trabajo subutilizada (esto es, las personas que buscan empleo, pero no están disponibles para incorporarse a uno), es más elevada en el caso de las mujeres (11%) que en el de los hombres (7.1%). Además, los cambios en las estructuras familiares, los índices más elevados de dependencia y el incremento de la tasa de empleo de las mujeres han conducido a un aumento de la demanda de trabajo de cuidados, que se prevé que en 2030 ascenderá a 2300 millones de personas mayores y 100 millones más de niñas y niños de edades comprendidas entre los seis y los 14 años.

Por ello, es necesario implementar sistemas universales de acceso a servicios de cuidado y políticas públicas que, a través del diálogo social y la negociación colectiva, faciliten la corresponsabilidad en las tareas de cuidado.

Propuestas para acompañar las transiciones laborales y alcanzar el trabajo decente

El panorama mundial del trabajo “se nos presenta sumamente complejo y cambiante”. La OIT ha desarrollado un debate mundial sobre el Futuro del Trabajo que le ha permitido comprender los impactos que tendrán sobre el empleo la revolución digital y la transición ecológica y adoptar importantes decisiones para acompañar los procesos de transición desde el diálogo social y desde la perspectiva del trabajo decente y la transición justa.

Así, la Declaración del Centenario de la OIT propone asegurar una transición justa para un desarrollo económico, social y ambiental sostenible; aprovechar los avances tecnológicos para lograr trabajo decente; facilitar la formación extendiéndola a lo largo de la vida, fomentar medidas dirigidas a crear oportunidades de empleo para los trabajadores de edad; lograr la igualdad de género en el trabajo; apoyar el papel de las empresas en la creación de empleo; fortalecer las instituciones del trabajo, especialmente, la inspección laboral; erradicar el trabajo forzoso y el trabajo infantil y ampliar los sistemas de protección social para afrontar la evolución del mundo del trabajo. Pero por sobre todas las cosas, promover el reconocimiento de los derechos de los trabajadores como pilar fundamental del crecimiento inclusivo y sostenible.

Estas metas, a compartir con las demás instituciones multilaterales, están incluidas en los ODS de la Agenda 2030 de ONU, en particular en el Objetivo nº 8 que se propone alcanzar un crecimiento económico, sostenido, inclusivo y sostenible y el trabajo decente para todos.