Compañía Nacional de Danza
Director: Joaquín de Luz
Coreografía y dirección escénica: José Carlos Martínez
Escenografía: Mónica Boromello
Vestuario: Iñaki Cobos
Iluminación: Olga García Sánchez
Coreografía adicional (Danza española del II acto): Antonio Pérez Rodríguez
Magia: Manu Vera
Real Orquesta Sinfónica de Sevilla
Dirección musical: Manuel Coves
Han pasado muchos años hasta la ‘reaparición’ en escena de El cascanueces, montado por una compañía institucional, aunque su vida será efímera si la Compañía Nacional de Danza no dispone de una sede estable en la que exhibir tanto las nuevas creaciones como las ‘clásicas´. El cascanueces es una llamada segura al éxito, ya sea en forma de suite orquestal (1892), con una popularidad inmensa o como ballet ‘blanco’ que sigue abarrotando los teatros.
Lástima, digo, que la Compañía Nacional de Danza no disponga de una sede estable para acoger las excelentes producciones debidas al talento de coreógrafos de reconocida solvencia. Destacan en este precioso Cascanueces las intervenciones que dan vida al cuento de hadas, desde la obertura hasta la danza de los mirlitones que nos conduce al número final, el famoso vals de las flores, con su encantadora introducción a cargo del arpa, así como la evocación de las llamadas de las trompas a las que responden clarinetes, oboes y flautas, sin olvidarnos del protagonismo que Chaikovski otorga a la celesta, a la que sabe sacar partido. Excelente, por otra parte, la labor de Manuel Coves al frente de la ROSS, gran soporte del espectáculo que supone, además, la sensación de coordinación entre bailarines y música para realzar el excelente hacer de un elenco que nos sumerge en el mundo mágico de Marius Petipa, cuyo punto de partida es Alejandro Dumas quien, a su vez, como se sabe, adaptó el cuento de Hoffmann.
MFR