En 2007, la tasa de paro en la provincia era del 13,2%. Hoy se sitúa por encima del 30%. También antes de la crisis, en Sevilla se crearon en torno a 5.500 empresas en 2007. Solo tres años después, ese número había caído a 3.000, mientras que las sociedades disueltas hicieron el camino inverso, de seiscientas a mil en un trienio. De unos 800 expedientes de regulación de empleo en 2007, el registro pasó a ser de más de 5.500 en 2009. Todos estos datos son secuelas y daños de la crisis en una provincia que, pese a la mala situación general, mantiene junto a Córdoba el 42% de los espacios productivos andaluces y que ha logrado revertir su balanza de exportaciones a números positivos, ya que ha pasado de importar por valor de 381 millones de euros en 2007 a exportar más de 600 millones en 2010, sosteniendo esa tónica ascendente en la actualidad. Hay por tanto, de entrada, indicadores que no se han dejado arrastrar por la temida y complicada situación económica y que, unidos a una certera radiografía de las potencialidades de nuestra provincia deben conducirnos a la recuperación que, quizá prematuramente, algunos ya vaticinan. Y desde la entidad provincial, en nuestro trabajo diario y conocimiento de la realidad de los municipios de nuestro territorio, venimos detectando una serie de yacimientos, de segmentos de nuestra economía, que están dispuestos y se muestran receptivos para convertirse en caladeros de empleo en un futuro inmediato, a veces, y tras un proceso de maduración tecnológica y empresarial, en otros. Esas ramificaciones productivas de nuestros municipios las podemos englobar, de inicio, en siete grandes bloques: agricultura y ganadería; industria y construcción; industria cultural; turismo; servicios a personas; telecomunicaciones y servicios a empresas y; por último, sostenibilidad y recursos hídricos. En todas estas parcelas productivas creo, honestamente, que nuestra provincia puede encontrar grandes oportunidades de futuro.
De manera más concreta, en la agricultura y ganadería se abren horizontes en la investigación y producción ecológica, en la transformación y comercialización de nuestros mejores atributos, como la aceituna o los cítricos y, por supuesto, en la exportación de dichas materias primas añadiéndoles valor desde el origen. E igual ocurre con la ganadería, donde el concepto ecológico sigue ganando adeptos y convirtiéndose en un plus cada vez más exigido por el consumidor. Ya en el sector de la industria y construcción, el panorama no es menos alentador. Cabe repensar la edificación potenciando la bioarquitectura desde un territorio con un clima que se presta a este tipo de investigaciones.
Es posible también, en la industria, ahondar y avanzar en nuestro polo aeronáutico, incidir en la implantación de sistemas de calidad industrial, seguir siendo líderes en genética y biotecnología y, por supuesto, repensar y liderar procesos industriales para fabricación de nuevos materiales y estructuras para todo tipo de maquinarias.
Como también se abren horizontes en el sector de la cultura, pensada esta como industria. Es ahí donde debemos ahondar en la valorización del patrimonio, de los recursos culturales y de la artesanía, en sacar más rendimiento de todas las obras de arte, Bienes de Interés Cultural y archivos históricos que posee la provincia, junto a la especialización en la producción de eventos y actividades relacionadas con el arte. Un potencial, el de la cultura, que además se encuentra relacionado con otro, el del turismo, que ya es punta de lanza y se muestra como sector estratégico en los últimos años. Ahí debemos perseverar en apartados como el turismo medioambiental, el turismo de congresos y todas aquellas rutas que ya poseemos para ‘pasear’ la provincia. Otro círculo sobre el que deberá gravitar nuestra economía de futuro será, sin duda, el de los servicios a personas. Porque a pesar de que la crisis amenaza con llevarse por delante las conquistas sociales, estoy seguro de que la cobertura a mayores y pequeños continuará siendo prioritaria en nuestro territorio y, ahí, se encuentra también un importante yacimiento de empleo en los servicios multimedia personalizados y los servicios a domicilio. Y será, cómo no, el medio ambiente y nuestra apuesta por la sostenibilidad y el ciclo integral de agua otro caladero importante, en esta ocasión para generar empleos verdes. Ahí queda, actualmente, la apuesta que ya venimos haciendo desde Diputación en torno a las energías renovables, los espacios naturales y la gestión pública del agua.
En definitiva, esos ámbitos, junto a las telecomunicaciones, los servicios a las empresas y el fomento del tejido productivo, serán los argumentos, las vías que nos conduzcan a la salida del túnel, a un nuevo tiempo económico más consistente, sostenible y equitativo para todos en la provincia de Sevilla.
Fernando Rodríguez Villalobos, Presidente de la Diputación de Sevilla