La Federación de Arroceros de Sevilla (FAS) convocará movilizaciones en caso de que no se le asegure el agua de riego para el cien por cien de la superficie arrocera que en la provincia supone 36.000 hectáreas.

La prohibición de regar supondrá para el sector arrocero unas pérdidas económicas, sociales y medioambientales importantes. Por ello, no descartan movilizaciones con el objetivo de no ser discriminados con el resto de los cultivos de regadío. “No queremos que se realice un agravio comparativo con el resto de cultivos que se les permite sembrar excepto a nosotros”, explicó Julián Borja, presidente de la Federación de Arroceros en rueda de prensa. “No estamos dispuestos a consentirles a la Administración que se aporte agua para sembrar dobles cultivos en algunos casos y cero en otros como le ha ocurrido históricamente al sector arrocero, ya que lo consideramos un agravio comparativo con el resto de sectores de regadío. Si hay una cuchilla en el riego que tenga el mismo rasero para todos”, aseguró en la misma línea Manuel Cano, director gerente de la FAS.

El sector arrocero ya ha vivido a lo largo de la historia situaciones de reducciones en el riego, como ocurrió en 1983 cuando no se dotó de agua para riego y no se sembró; en 1989 cuando se sembró tan sólo el 30 por ciento de la superficie; en 1992 cuando se cultivó el 50% y en el trienio 1993, 1994 y 1995 cuando no se cultivó por falta de agua debido a una dura sequía que azotó el país.

El sector considera que se ha llegado a esta situación por una política de falta de previsión y de generosidad en la concesión de nuevos regadíos en una cuenca del Guadalquivir que históricamente ha sido deficitaria en 500 hectómetros cúbicos y que se han incrementado en los últimos años en 1.000 hectómetros de déficit.

La prohibición de regar supondrá para el sector arrocero pérdidas económicas, que ascienden a 91,95 millones de euros por campaña; pérdidas sociales en municipios que viven por y para el cultivo como Puebla del Río, Los Palacios, Las Cabezas; Aznalcázar, Lebrija, Utrera e Isla Mayor. El sector genera 540.000 peonadas entre fijos y eventuales que suponen la subsistencia de todo el entorno arrocero sin olvidar que la propia Federación de Arroceros contrata durante toda la campaña a 70 ingenieros técnicos agrícolas para el control integrado de la misma.

No sembrar significa la paralización absoluta del arroz y de otras actividades paralelas como la pesca, maquinaria, industrias auxiliares, etc. El sector tiene además una serie de proyectos de modernización que se verían paralizados como la reconversión del actual sistema de regadío que supondrá un ahorro de agua de 150-200 hectómetros cúbicos por campaña así como la creación de la industria arrocera que también se vería paralizada, ya que si no hay presente no se puede pensar en un futuro.

La repercusión de la no siembra también tendrían unas repercusión negativa sobre el medio ambiente ya que los arrozales se convierten en zona de alimentación y de cría de la avifauna de Doñana.