Entrevistamos a Julio Moreno, uno de los tres componentes de Cosmopolitia, un proyecto que persigue la creación de empresas, transformando la vocación de emprendedores en su forma de vida.

Agenda de la Empresa: ¿Qué es Cosmopolitia?
Julio Moreno: Es un proyecto dirigido a jóvenes de cualquier lugar del mundo, sin distinción por nivel de formación, abiertos a recibir experiencias orientadas a la creación de un proyecto emprendedor propio, y dispuestos a embarcarse en el viaje de sus vidas. Así, les propone tener la oportunidad de vivir 100 experiencias en un año. Y todo ello en tres continentes distintos, en cuatro destinos diferentes y en culturas bien contrapuestas y enriquecedoras.

Entrevista Julio Moreno2A.E.: ¿Cómo surge la idea de crear este proyecto?
J.M.: Surge como todas las grandes ideas, tomando una cerveza en el porche de mi casa con mi socio Paco Ortiz. Surge porque acababan de salir cifras, creo que el informe de la OCDE, sobre el desempleo juvenil en Europa, España y Andalucía y nos espeluznaban los datos. De ahí pasamos a empezar a hablar de la eficacia o de la eficiencia de los másteres de cara a combatir esas espeluznantes cifras. Y hablábamos también de que, curiosamente, a pesar de lo manida que está la palabra emprendimiento, emprendedor… nos cuestionamos qué estaba fallando porque a nivel nacional, comunitario, local… todo el mundo tiene políticas de este tipo de iniciativa pero las cifras no bajan. ¿Qué está pasando? Empezamos a pensar qué es lo que podíamos hacer ahora que tenemos tiempo, y guiados también un poco por el espíritu de devolver a la sociedad la generosidad con la que nos ha tratado a ambos. Todo esto empezamos a hilarlo y de ahí surgió la idea, ¿por qué no hacemos algo? ¿y qué es ese algo? Pues tratar de ofrecer a la gente joven algo que realmente le sirva para paliar el problema con el que se encuentran, la falta de trabajo. Y, ¿por qué hay falta de trabajo? Porque no hay empleadores, luego vamos a hacer que los empleadores sean ellos mismos. Es algo que ya está inventado, pero parece que no da resultado, por lo que hemos buscado una nueva fórmula. No se crean empleadores porque les demos más conocimientos, que es lo que hace un máster, sino vamos a hacerles vivir experiencias, hacerles ver cómo y por qué han triunfado otros sin ser más listos que nosotros. Vamos a reavivar el ingenio mostrándoles el que tienen los demás. Y a partir de ahí empezamos a diseñar el programa.

A.E.: ¿Por qué ese nombre?
J.M.: La idea surge con Paco Ortiz, pero inmediatamente enganchamos para que se uniera nuestro tercer compañero, Antonio Cerero. Nuestra idea era: demos experiencias que, por razones de edad, los jóvenes no pueden tener porque no les ha dado tiempo. Por ello, se las ponemos al alcance de la mano tal y como lo tenemos planteando, yendo un mes a Alemania, otro a Silicon Valley, otro a Shanghái y otro a Sevilla. En todo ese tiempo van a estar recibiendo inputs continuamente y a partir de ahí, con esas experiencias, generan sus propias ideas. El objetivo es que logre que los participantes sean cosmopolitas y constituimos una sociedad, Experiencia Cosmopolita S.L. Cuando fuimos a registrar cosmopolita descubrimos que lo estaba de todas las formas posibles. Y un día, pensamos que, si no podía ser Cosmopolita, qué caramba, Cosmopolitia sonaba bien.

A.E.: ¿Por qué 100 experiencias en cuatro países?
J.M.: Porque cuando empezamos a diseñar, pensábamos que había que salir de España y dentro de Europa elegimos Alemania por razones obvias. Si hay un ejemplo de país que sabe resurgir de sus cenizas y da lecciones de desarrollo, de rigor, de seriedad… es éste. Segunda elección: América; ahí estaba cantado que era Estados Unidos. Aquí tuvimos algunas dudas, pero al final elegimos Silicon Valley, donde está la concentración de talento. Y luego por razones muy evidentes Asia, ahí China. Escogimos Shanghái, porque es una ciudad ejemplo de esa gran aparente contradicción china entre desarrollo económico a ultranza y un respeto a la tradición y la cultura ancestral china. Elegidos los tres países y luego pensamos que Sevilla tenía que entrar en el juego por varias razones. La primera es que somos de aquí y no nos queremos ir de aquí; y la segunda porque nadie puede decir que la ciudad no tenga una historia de cosmopolitismo, y pensamos que podíamos jugar con eso. Así, a 24 experiencias en cada sitio, salen 96, más la experiencia de generar tu empresa, de expresarla… total 100.

A.E.: ¿Qué son esas experiencias?
J.M.: Tal y como lo tenemos diseñado, cada día queremos que nuestros participantes sientan una emoción, reciban un impacto, se vean sorprendidos, estableciendo la equivalencia de una experiencia, un día. Así, por ejemplo, en Alemania, van a descubrir qué significa ser judío hoy en Alemania. Detrás de nuestro proyecto lo que buscamos es que quien se anime a participar encuentre aquí el camino para su felicidad y, para eso, hay que tener formación humanista. En Estados Unidos, por ejemplo, en Silicon Valley, una de las cosas que hemos pedido a nuestra directora de allí es que traiga a algún congresista que cuente a los participantes cómo funciona el lobbismo, y que cuente a los participantes cómo es la política allí. Y en China, por lo exótico, vamos a tener experiencias muy curiosas; por ejemplo, que pasen un día en una peluquería y comprueben cómo un tipo que cobra 1,20 euros vive como un rey con un potencial de expansión impresionante y se permite tener inversiones.

A.E.: ¿Cómo habéis contactado con los directores de cada país?
J.M.: Esa ha sido mi tarea en el reparto. Hemos buscado gente que creyera en nuestro proyecto y que lo viva con la misma pasión con la que lo hacemos nosotros porque, si no, estamos perdidos. Me eché a rodar por los tres destinos y en base a amigos y conocimientos que tengo de todo este tiempo, llamando a unos y otros, y viendo a un montón de gente, he logrado identificar a los que buscaba. Creo que hemos conseguido formar un equipo muy bueno y están todos deseando arrancar y muy entusiasmados.

A.E.: ¿Y cuándo arrancáis?
J.M.: Creemos tener ya fundamento para decir que en junio, posiblemente, será la salida del primer grupo. Hemos hecho varias presentaciones y nos hemos sorprendido tanto por la repercusión mediática como por la repercusión entre la gente a la que hemos presentado el programa. Todos los días entran unas 5 o 6 peticiones de información y debemos tener ya más de 100. Nuestros grupos van a estar formados por un mínimo de 8 personas y un máximo de 16 personas.

A.E.: ¿Qué pasa cuando termina el año?
J.M.: Tenemos pensado crear un club Cosmopolitia en el que, automáticamente, los participantes en nuestro programa, cuando termina, están inscritos. Vamos a buscar la interacción entre todos ellos, y entre ellos y los que vengan después. Ojalá podamos echar mano para muchas experiencias de quienes terminen y les vaya bien. La idea es darle continuidad.

A.E.: ¿Cuáles son los requisitos para participar?
J.M.: Saber inglés es altamente conveniente porque, si no, no se van a enterar de muchas cosas. No vamos a andar pidiendo títulos. No tenemos requisitos formativos; nos vale alguien que no haya tenido la oportunidad de ir a la Universidad, pero que se sienta llamado para vivir estas experiencias.

A.E.: ¿Con qué frecuencia saldrían los grupos?
J.M.: El objetivo es que cada mes salga un grupo. En este momento no podemos controlar eso y ahora estamos muy centrados en la tarea de difusión. Hemos buscado el apoyo primero de las universidades andaluzas; vamos a hacer presentaciones a los últimos cursos, empezando por Sevilla. Cuanta más difusión, más capacidad de reclutamiento tendremos. Queremos hacer presentaciones por toda España y luego por el mundo; hay un mercado muy interesante para esto en América Latina.

A.E.: ¿Creéis que es completa la experiencia o estáis abiertos a ampliarla?
J.M.: Llevamos un año hablando de esto y le hemos dado millones de vida. Los tres partimos de un convencimiento: hay muchas cosas en las que nos vamos a equivocar, otras que tendremos que corregir… Entendemos que un programa de estas características tiene que ser flexible y nosotros mismos vamos a ir aprendiendo con su propia ejecución. Cada destino nos va a ir diciendo cómo son las experiencias, a quienes les sirven… y lo vamos a ir armando conforme vayamos avanzando. Ojalá lleguemos a tener la demanda necesaria para, en el proceso de selección, ir creando grupos homogéneos para hacer programas más a medida de ese grupo. Lo que menos cuesta es ir variando el catálogo de experiencias.

A.E.: ¿Cómo va a ser la selección de los candidatos?
J.M.: No vamos a hacer exámenes, ¿para qué? Hacemos dos procesos en la selección: uno primero, el propio nuestro, donde vamos a mirarles a los ojos y ver si les brillan. Y una segunda fase, que ponemos en manos de un profesional, un psicólogo de nuestra absoluta confianza con una gran carga de experiencia. Lo que buscamos es que en los grupos nada chirríe porque van a estar conviviendo durante mucho tiempo. Además, no damos títulos, lo que ofrecemos al participante como final es el CIF de su empresa.

A.E.: Es curioso, en contra de la norma de hoy día, que no deis ningún título…
J.M.: Nosotros ya lo decimos: lo que te vamos a dar al final es el CIF de tu empresa. Esto es como todo ha sido en la vida. Antes no había máster. Estamos siendo rompedores en muchas cosas, disruptivos, sabemos que lo somos, queremos serlo y comprobar si funciona o no.

 

Inmaculada Sánchez