REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA

2º concierto de abono (Impresiones árabes)

Obras de Saint-Saëns y Rimski-Korsakov

Dirección: Stanislav Kochanovsky

Piano: Alexei Volodin

 

«¿Qué no escribió, qué géneros no probó Saint-Saëns?» (A. Della Corte)

 

Pese a su extenso repertorio, Camille Saint-Säens, autor de páginas universales –Introducción y Rondó caprichoso, Concierto para violonchelo, Danza macabra, El carnaval de los animales, El cisne, Sansón y Dalila, Sinfonía con órgano… hasta alcanzar las 300 obras-, es un contemporáneo a caballo entre dos generaciones, la primera de las cuales lo encontró demasiado sabio y árido, en tanto la segunda, demasiado descuidado y fácil. Sin embargo, es menester resaltar la  importancia de Saint-Saëns ante la decadencia de la música francesa durante el Segundo Imperio y su reacción contra las frivolidades del arte musical, pues gracias a su absoluto dominio de la técnica pudo conciliar el uso de los recursos modernos con un amor manifiesto a las formas clásicas puras y, aunque se nutrió de la cultura musical alemana, que le insufló su espíritu, no se convirtió en un servil imitador.

ROSSEl Concierto para piano nº 5, en Fa mayor, Op`. 103, Egipcio, no tan divulgado como el Segundo o el Cuarto, es buena muestra del lugar tan destacado que ocupó el piano en la extensa carrera del músico francés, que extendió sus dominios al órgano, del que llegó a ser asimismo un consumado intérprete. La fulgurante actuación de Alexei Volodin, joven valor del pianismo ruso, que sustituía a Lilya Zilberstein, respondió a las extraordinarias exigencias -espectacularidad, lirismo- que fluyen a raudales de este Egipcio insustancial que nos descubre la compleja personalidad de un artista que encuadró su actividad en un fondo de cultura múltiple, desde las Letras a la Astronomía, un artista que sin duda produjo con exceso pero al que sus obras más notables le sitúan en primera línea entre los músicos de segundo orden.

La suite sinfónica Sheherazade, de Rimski-Korsákov goza -esta sí- de una popularidad que tiene su origen en unas características bien definidas, en especial, una técnica orquestal moderna, concebida ésta como disposición y combinación de los timbres, lo que hace de Rimski -que pronto advirtió la insuficiencia de su formación musical- el verdadero continuador de Berlioz, no sin antes dedicar varios años a profundizar en la técnica del contrapunto y la fuga, en tanto que como sinfonista asoció las influencias de Liszt con el estilo instrumental de Glinka, lo que explica el colorismo. la riqueza tímbrica, la diversidad temática y la enorme popularidad de Sheherazade, llevada en volandas por la ROSS (era la cuarta vez que la programaba) bajo la batuta vibrante y vitalista del joven director ruso Stanislav Kochanovski. Los caminos trillados pueden ser, en teoría, garantías de éxito y popularidad a corto plazo, pero corren el riesgo, en su comprensible afán de difundir el lado más ‘amable’  y efectista de la música, de alejarnos de lo  trascendente y lo enigmático, donde reside, tal vez, el auténtico misterio de la música.

 

Miguel Fernández de los Ronderos