Las calles de Sevilla ya sienten el ritmo de las sevillanas y el olor al pescaíto frito invade el ambiente. Todo está preparado para que en pocos días de comienzo una de las fiestas más conocidas de España y que acoge a miles de visitantes de todo el mundo. Sin embargo, no hace falta ser extranjero para que algunas de las costumbres y términos que se manejan estos días en las calles de El Real nos suenen a chino.

Guía Repsol nos desvela todos los secretos de esta fiesta tan singular. Desde sus curiosos orígenes a cómo vestirnos para no desentonar en nuestros paseos por las calles de albero, y por supuesto, qué se come y se bebe en las casetas durante los largos días de feria.

Este es el manual básico para disfrutar de unos días en los que en Sevilla se baila, se come y se pasea a caballo.

Creada por un catalán y un vasco

En los inicios era una feria para comprar y vender ganado y fue promovida por un comerciante vasco y otro catalán en 1846. Ya entonces había una zona preparada para descansar, beber y comer algo entre trato y trato. Apenas contaba con 19 casetas y se celebró en el Prado de San Sebastián hasta 1973, año en que se traslada a su ubicación actual.

20160407_grsp1964_Guia_Repsol_Feria_de_abril_5_fullLa Semana Santa determina la fecha en la que tiene lugar. Así, se celebra una o dos semanas después, dependiendo de si ésta es a comienzos o a finales de abril. Si cae tarde, se deja una sola semana de diferencia entre una y otra celebración, para que toda la feria no sea en mayo.

El recinto ferial tiene unas dimensiones dignas de una mini ciudad. Hay más de 1.000 casetas distribuidas en las 15 calles en las que se ordenan los más de 250.000 metros cuadrados, lo que equivale a unos ¡120 campos de fútbol!

Con estas dimensiones, lo mejor es que coger un mapa y fijar un punto de encuentro por si te pierdes. Un consejo: no elijas los lugares más típicos como la noria gigante de la Calle del Infierno, la zona de atracciones, aunque se vea desde todos los puntos del recinto ferial. El cual, por cierto, se llama El Real. Otro posible punto de encuentro es la Portada, es decir, la estructura de la entrada a la Feria que suele protagonizar el encendido con el que se da el pistoletazo de salida a la semana de feria.

La jornada de feria arranca a eso de las 10.00 y el alumbrado se apaga a las tres de la mañana. Así, la feria se disfruta durante todo el día y, de madrugada, se descansa algo. Si eres de los que no tiene la suerte de haber sido invitado a una caseta particular, no te preocupes, las hay públicas donde puede acceder todo el mundo. Suelen estar muy concurridas, aunque si lo miras por el lado positivo, eso significa más ambiente. Normalmente, no se paga con dinero, sino con un ticket comprado previamente. Así que antes de hacer la cola para pedir tu consumición, ¡asegúrate!

Y en las casetas, ¿qué se pide?

Junto con los bailes, este es el punto fuerte de la feria. Es imposible pasar hambre. El lunes de Feria, el día que comienza la fiesta se conoce como la noche del pescaíto. En todas las casetas se sirve una selección de frituras de pescado y otros productos del mar.

A este manjar, se suman los ibéricos, el queso, los garbanzos con bacalao o buñuelos y, para finalizar la noche, unos churros, que en Sevilla se llaman “calentitos”. Y como no, la pringá. No hay nada mejor para seguir la fiesta que untar bien el pan en este tipo de paté, elaborado con morcilla, tocino y chorizo que hecho en el guiso del cocido se tritura para comerlo en montaditos con pan de mollete.

Para pasar la comida y alegrar la fiesta hay que beber rebujito o manzanilla. Desde comienzos de los años 2000, el rebujito es una bebida típica de la feria. Consiste en servir tradicional manzanilla (vino de Sanlúcar de Barrameda) con mucho hielo y refrescos con sabor lima-limón. Aunque se dice que lo inventaron en un pueblo de Córdoba, es habitual encontrarlo en todas las ferias andaluzas. Si prefieres la versión más pura y tradicional, pide solo manzanilla.