Suscribo plenamente las interesantes notas al programa debidas a Juan María Rodríguez cuando afirma que “la vieja aspiración de la afición musical española de disponer de un circuito estable formado por auditorios, coliseos de ópera y orquestas sinfónicas de calidad profesional al fin extendidas -salvo alguna heroica excepción- más allá de la centralidad cultural de Madrid y Barcelona- cristalizó a finales de los años 80 y 90 del siglo pasado, con la inauguración de una red de estupendos teatros/auditorios y el despliegue de un grupo numeroso de orquestas que protagonizaron la mayor efervescencia de la música de tradición culta que España había conocido hasta entonces, en su historia”.
Se conmemoraban, pues, en esta Gala Lírica, el XXV aniversario del Teatro de la Maestranza y de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, así como el XX del Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza, efemérides para las que el director musical, Pedro Halffter, había programado páginas de Carmen de Bizet (Mª José Montiel, voz potente y cálida); Lehar (escaso lucimiento, pese a su bello lirismo, de Mariola Cantarero, debido, insisto, a las características de una insulsa Viuda alegre); Verdi, Puccini (solemne y grandioso Te Deum), con gran intervención de un expresivo Juan Pons, de tan grata memoria en su historial ‘maestrante’, y Wagner, con sendas selecciones de las Síntesis sinfónico-coral correspondientes a Tannhäuser y El ocaso de los dioses realizadas por Pedro Halffter en 2013 y 2015, respectivamente. Un programa, pues, ambicioso y grato al auditorio en virtud de un recorrido singular por la música del XIX, con un lugar destacado para Wagner, siempre solemne y trascendente, aunque su inclusión -que absorbió buena parte de la velada- haya sido motivo de crítica por parte de quienes consideran esta programación Wagner-Halffter como mero oportunismo de promoción profesional.
Aplausos y ovaciones entusiastas, tanto para los magníficos componentes de la ROSS -empaste, musicalidad, técnica
refinada- como para el Coro refrendaron la vuelta al podio de Halffter, sin cuyo hálito renovador, excelente preparación y entusiasmo sin límites no se hubiera podido ampliar un repertorio que abarca siglos de la mejor música, incluida la Tetralogía wagneriana o el sinfín de hermosas páginas sinfónicas y concertantes que hemos podido descubrir (¿o, tal vez, redescubrir?) a lo largo del último decenio . Gracias, maestro.
Miguel Fernández de los Ronderos