El Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa (MAC) de A Coruña presenta, en la sala de exposiciones de la sede de Gas Natural Fenosa en Barcelona, la exposición ‘Arquitecturas Negras’, del artista gallego Rubén Panete (A Coruña, 1979). La muestra reúne más de 30 obras, entre las que hay fotografías, una pieza de vídeo y un grafito.

fotoEn esta exposición, Panete revisa el paisaje de su niñez tras siete años recorriendo las principales ciudades de Europa. Sus diversos cambios de residencia en países como Estados Unidos, Italia o Alemania despiertan en él un interés creciente por la arquitectura, el paisaje y el urbanismo. En este sentido, los edificios y las casas capturan la mirada del artista y se convierten en protagonistas de su obra, adquiriendo una presencia casi escultórica.

En su recorrido por el continente europeo, Panete se desplaza atraído por una intuición: las experiencias estéticas que pretende no son sino un intento de colmar el anhelo de revivir la emoción de los tres momentos iniciáticos en los que se funda su concepción del paisaje. En consecuencia, ‘Arquitecturas Negras’ se estructura en torno a los vértices de una geometría triangular equilátera.

El primer vértice que articula la exposición es el paisaje marino, con las texturas cambiantes de las mareas y la luz, que aparece representado mediante el elemento pétreo del acantilado o el peñón. El segundo corresponde al paisaje minero e industrial en su categoría de erosión y desgaste, entre otras. Por último, el tercer vértice está formado por las tipologías arquitectónicas funcionales, casas baratas y casas de los trabajadores asociadas o pertenecientes a ese paisaje industrial. Todo ello está inscrito en una circunferencia que mantiene la tensión y coherencia de los tres vértices.

La muestra, que se podrá visitar hasta el 10 de marzo de 2017, gravita en torno a la formalización idolátrica y monumental de esas primeras experiencias relativas al paisaje originario.

La exposición combina vídeo y fotografía y los diferentes formatos muestran una única escena: la de una mirada detenida y embelesada en la quietud reminiscente que se proyecta, consciente o inconscientemente, en forma de vestigio sobre toda experiencia estética sobre la construcción del paisaje presente.