La OCDE afirma que «se acentúan los riesgos para la economía mundial», lanzando serias advertencias a España en materia de inflación, competitividad, balanza de pagos, dependencia energética y endeudamiento inmobiliario de las familias, que deberán afrontar «riesgos elevados» si continúa, como teme Pedro Solbes, la tendencia al alza de tipos de interés.

Sin ser profundamente alarmista, el informe de perspectivas económicas de la OCDE, que centró ayer todos los trabajos de la cumbre ministerial de la organización, hace un balance equilibradamente pesimista de la coyuntura: «Los desequilibrios de la balanza corriente, los tipos de interés a largo plazo, el precio del petróleo y los precios inmobiliarios amenazan un crecimiento que continúa siendo vigoroso». Y España pierde terreno en términos absolutos y relativos.

El crecimiento español seguirá siendo muy superior al de la UE, Francia y Alemania. Pero la economía nacional comienza a dar muestras de «cansancio», y el crecimiento será más moderado los dos próximos años. La OCDE advierte: «Sería deseable dar una vuelta de tuerca más restrictiva a la acción presupuestaria. No sólo para atenuar las presiones de la demanda interior; si no para prepararse a afrontar las consecuencias del envejecimiento de las finanzas públicas».

«Para eliminar el diferencial de inflación -continúan las perspectivas-, será necesario estimular la competencia en el comercio de detalle y corregir las imperfecciones del sistema de negociaciones salariales». A juicio de la organización, tales «imperfecciones» tienen consecuencias perniciosas para el motor esencial de la economía nacional: «Un mercado del trabajo menos hermético podría mejorar los resultados todavía mediocres en materia de productividad».

Las perspectivas subrayan otro punto débil de la economía española: su dependencia energética, mucho más alta que la media europea, cuando los especialistas insisten en la tendencia internacional a un «petróleo caro». La OCDE desmenuza de este modo los riesgos crecientes que, a su modo de ver, amenazan a la economía española, a corto y medio plazo:
«En el frente exterior, una nueva subida de precios tendría en España unos efectos más graves para la inflación española, erosionando al mismo tiempo la competitividad nacional en la escena internacional».

«La ausencia de moderación en los precios del mercado inmobiliario, acompañados de una cierta deceleración de la demanda interior no dejarán de acentuar las presiones inflacionistas; reforzándose los riesgos de ajuste más duro a medio plazo».

El informe incluso destaca el «riesgo elevado» que pesa sobre el mercado inmobiliario español en el prólogo a su análisis global de la coyuntura internacional. Más allá del caso español, los riesgos importantes que pesan sobre el «boom» y las «burbujas» inmobiliarias también afectan a los EE.UU. y Francia, en distinta medida.

Ante tales advertencias, Pedro Solbes adopta una posición de cauto optimismo. A su modo de ver, es evidente la tendencia al alza de los tipos de interés europeos, que continuarán afectando a los mercados españoles, con presiones crecientes, los próximos meses. Con respecto al resto de las advertencias de la OCDE, Solbes las tiene en cuenta y las matiza, insistiendo en que el Gobierno está tomando medidas correctoras en los más diversos frentes. En el terreno energético, Solbes estima que «debemos aprender a vivir con un petróleo caro».

Sin embargo, la inquietud razonada de la OCDE se inscribe en un marco mundial en el que aumentan muy diversos riesgos. La zona euro continúa siendo una suerte de «farolillo rojo» en la nueva geografía del crecimiento económico mundial. La economía española crece y crecerá por encima de esa media geográfica. Pero las amenazas que anuncia la organización quizá subrayen la fragilidad española y europea en la nueva escena global. Francia y Alemania continúan comportándose de manera ciertamente anémica, con crecimientos de una modestia desarmante, frente a la agresividad zoológica del Japón, China, India y los EE.UU.