La economía rural ya no está ligada al concepto tradicional de sector agrícola ganadero, sino que abarca actuaciones en muy diferentes ámbitos

La Organización de Estados Iberoamericanos destaca que la economía rural persigue dar respuesta a tres necesidades básicas para hacer posible un futuro sostenible de nuestra especie: mejorar la formación y el bienestar de los miles de millones de personas que viven en este medio (cerca de la mitad de la población mundial), erradicando la pobreza extrema y evitando su migración hacia la marginación de las megaciudades; lograr una producción agrícola sostenible para asegurar que todos los seres humanos tengan acceso a los alimentos que necesitan, y proteger y conservar la capacidad de la base de recursos naturales para seguir proporcionando servicios de producción, ambientales y culturales.

Además, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “la economía rural tiene un gran potencial para crear empleos decentes y productivos, así como para contribuir al desarrollo sostenible y el crecimiento económico. Sin embargo, aunque representa una proporción significativa del empleo y la producción en muchos países en desarrollo, se caracteriza de forma generalizada por la existencia de un elevado nivel de pobreza y de graves déficits de trabajo decente. De hecho, este es el contexto en el que se sitúa casi el 80 por ciento de la población pobre del planeta”.

Una de las soluciones para impulsar el progreso de la economía rural es su diversificación. Así, tal y como indica el informe Diversificación económica de la economía rural, editado por la OIT en 2019, “la diversificación de la economía rural, tanto en las actividades agrícolas como no agrícolas, tiene un gran potencial para reducir la pobreza, aumentando los mecanismos de adaptación ante las malas cosechas o la volatilidad de los precios, y mejorando la seguridad alimentaria y de los medios de subsistencia de los hogares rurales”.

Precisamente, a lo largo de los últimos años hemos sido testigos de esta diversificación. La economía rural ya no está ligada al concepto tradicional de sector agrícola ganadero, sino al rural desde un punto de vista general, ya que abarca actuaciones de muy diversa índole y en muy diferentes ámbitos.

Así, la economía rural puede clasificarse en aquellas actividades relacionadas con el sector agrícola, enfocadas a producir materias primas, y aquellas enmarcadas en el sector no agrícola, que comprende todas las actividades económicas no agrícolas que generan ingresos en las zonas rurales como el turismo, la conservación de patrimonio, la manufactura, el comercio, la construcción, la minería…

AgriCoopds, una iniciativa para promover el cooperativismo agrario

El Foro Rural Mundial-FRM ha lanzado una iniciativa con el objetivo de promover el cooperativismo y asociativismo agrario, aprovechando la oportunidad que ofrecen para ello los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Bajo el nombre de AgriCOOPDS, la iniciativa da a conocer el cooperativismo agrario, mediante la difusión de buenas prácticas y mostrando con claridad la contribución del cooperativismo al cumplimiento de los ODS y buscará crear un entorno favorable que facilite la adopción de mejores políticas públicas.

El cooperativismo permite aglutinar oferta y mejorar precios, aumentando así los ingresos. Además, mejora el acceso a servicios de calidad para sus miembros y crea empleo sostenible y de calidad. La organización del sector agrícola en cooperativas permite así movilizar más capital y recursos, y contribuye a una mayor redistribución de la riqueza.

Por todo ello, las cooperativas son un modelo empresarial intrínsecamente social y sostenible que contribuye de manera directa a la consecución de los ODS.

Publicación incluida en el reportaje El medio rural, un sinfín de opciones por redescubrir, elaborado por María Cano Rico.

Léelo íntegramente en la edición de julio/agosto de Agenda de la Empresa.