No es la primera marca, tampoco será la última que aprovecha determinados éxitos para publictar a bombo y platillo el triunfo conseguido en éste o aquel evento. Es, en definitiva, una falsa publicidad. Coches, motos, carburantes, naumáticos, lubricantes, piezas mecánicas, etcétera forman parte del entramado publicitario cuya finalidad no es otra que llamar la atención de aficionados y posibles clientes atraídos por los rallies más llamativos, tanto en asfalto como en tierra o de larga distancia.

Ni los coches ni las motos que suelen ganar estas competiciones tienen nada que ver con los productos que comercializan las marcas. Son, en todos los casos, vehículos de dos y cuatro ruedas preparados mecánica y técnicamente para afrontar esos retos. Es un gancho (obviamente falso) para llamar la atención de posibles clientes. Lo malo es que siempre existen incautos que caen en la trampa. Lo mismo ocurre con aquellos automóviles que son designados como “los mejores del año”. Hay que saber quién los elije y quiénes forman parte del jurado que asevera que ese coche es el mejor. Otra trampa engañosa. En fin, son prácticasno reguladas y que deberían estar controladas o prohibidas. Por cierto, ¿tendría algo que decir en este aspecto la ACUS?.